jueves, 27 de agosto de 2009

Tiempo de pataletas

Editorial

El Heraldo, Barranquilla

Agosto 27 de 2009

Los temas que en los últimos años han acaparado casi la totalidad de la atención de los colombianos han girado, y aún giran, en torno a la seguridad de los ciudadanos y a la soberanía territorial del Estado.

No fue casual que fuera así. Garantizarles la seguridad a los ciudadanos y recuperar el control territorial de grandes extensiones de nuestra geografía patria eran los principales retos que tenía el Estado a comienzos del actual Gobierno.

Para hacerles frente a ellos se diseñó la denominada política de ‘Seguridad Democrática’, que concentró grandes recursos financieros por las múltiples tareas que se les asignaron a las Fuerzas Armadas.

Por fortuna, los logros de esa política no fueron pocos, pues la seguridad retornó a muchos lugares donde se había perdido y le llegó a grandes sectores de la población antes desprotegidos del Estado, que acompañó con inversiones de tipo social.

Paralelo a ese proceso, y en parte estimulado por él, la economía colombiana experimentó un ciclo de crecimiento como hacía décadas no tenía, con tasas superiores al 5% anual. Cabe recordar que el resto de países latinoamericanos tuvieron tasas iguales o superiores a esas, gracias al ciclo expansivo del comercio mundial.

Durante los años de ese inusual crecimiento económico se tuvo la ilusión de que el nivel de bienestar general del país estaba aumentando, es decir que la pobreza en que viven millones de colombianos se estaría reduciendo significativamente.

Al fin y al cabo para eso debe ser el crecimiento económico, para que sus buenos resultados se distribuyan equitativamente entre toda la población, con preferencia entre los más pobres.

Las ilusiones, sin embargo, de que estábamos avanzando a paso firme en esa dirección se han estrellado con la dura realidad de que los avances, si los ha habido, son en la práctica insignificantes: si bien la pobreza disminuyó en algunos puntos porcentuales —de 53,7%, en 2002, a 46% en 2008—, la indigencia, esto es la pobreza extrema, aumentó.

Ahora bien, estos resultados se deben evaluar contra un período de bonanza económica como fue el de los últimos seis años en que el Gobierno contó con grandes recursos fiscales; fruto, entre otras, de los ajustes a las finanzas territoriales hechas a comienzos de la década.

De otro lado, es preocupante constatar que la desigualdad económica en el país no ha disminuido, sino que incluso tuvo un ligero aumento en el último año.

Todo lo anterior se deduce de un reciente informe de una misión de expertos en la que participaron Planeación Nacional y el Dane, con la asesoría de expertos internacionales, y que contiene una nueva metodología para medir el comportamiento de la pobreza.

Aunque los resultados del informe se pueden prestar para distintas interpretaciones, el consenso general entre los críticos es que ellos son frustrantes, aún reconociendo algunos logros, como los aumentos en la cobertura de programas sociales como ‘Familias en Acción’. la opinión pública, como tampoco para los partidos políticos, pero en particular para el actual Gobierno y el próximo, quienquiera que esté a su cabeza.

El tema de combatir la pobreza y la desigualdad tiene que volver a estar entre las primeras prioridades de la agenda pública. Así como la política de ‘Seguridad Democrática’ demostró que la acción concentrada del Estado hacia un objetivo específico puede arrojar resultados positivos, es hora de hacer de la reducción de la pobreza el principal objetivo de las políticas públicas.

Algo verdaderamente inaplazable si tenemos en cuenta que en los próximos años no volveremos a tener las tasas de crecimiento de la economía que tuvimos en esta década, y que, consecuentemente, el Estado no volverá a contar con los recursos fiscales de que dispuso en el mismo período.

Consideramos, entonces, que la pobreza, las desigualdades económicas, y cómo combatirlas eficazmente,

En el actual contexto nacional se trata de evaluar si necesitamos más cañones o más mantequilla. Más fusiles o más alimentos. En todo caso, es tiempo de que el tilín de la ‘Seguridad Democrática’ sea el anuncio de más paletas para más colombianos.

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