viernes, 28 de agosto de 2009

Clase mundial o ventajas comparativas

Por Juan José Perfetti Del Corral

El Colombiano, Medellín

Agosto 28 de 2009

En la anterior columna se hacía referencia a la decisión del gobierno nacional de escoger unos sectores productivos específicos denominados sectores de clase mundial.

De éstos, 4 sectores están establecidos y los otros 4 son nuevos y emergentes. Infortunadamente, no es posible acceder, a través de la internet, a la documentación referente a las estrategias, políticas y acciones y a las razones y estudios que soportan la decisión de escoger unos sectores en vez de otros, pues, para estos sectores que dicen ser de clase mundial, los vínculos que deben llevar a dicha documentación no están habilitados.

Pareciera que, en vez de arrancar como verdaderos sectores de clase mundial, éstos todavía siguen anclados en los tiempos de los inicios de la industrialización. No hemos dado el salto de la mula al conocimiento, a pesar de los luminosos anuncios de cambio.

Es claro que, según las decisiones adoptadas, los sectores escogidos no van a fundamentar su competitividad y dinamismo siguiendo la ruta que recomienda el Banco Mundial en su libro "From Natural Resources to Knowledge Economy" y el profesor Porter de avanzar, progresivamente, desde las ventajas comparativas, la base de recursos, hacia sectores cada vez más intensivos en el uso del conocimiento.

Este tipo de enfoque también soporta el diseño de los indicadores de competitividad del Foro Mundial y la clasificación por grupos de países de dichos indicadores.

Por el contrario, el país ha decidido emprender la transformación productiva escogiendo determinados sectores y dándoles a éstos todo el apoyo de las políticas públicas.

Esto hace que la base de la competitividad de estos sectores se tenga que encontrar en las ventajas competitivas. Para ello, el país tiene que hacer un gran esfuerzo en desarrollar dichas ventajas.

En otras palabras, el país se prepara para que en materia productiva demos un gran salto sin tener la seguridad de que lo vamos a lograr.

Los indicadores del país en materia de competitividad y de ciencia, tecnología e innovación muestran que estamos bastante atrasados y que difícilmente avanzamos en el logro de mayores resultados.

La pobre infraestructura de transporte, el bajo uso de sistemas intermodales que abaraten los costos de transporte y aumenten la eficiencia del mismo, los pobres resultados en materia de innovación y de registro de patentes, la falta de universidades de alto reconocimiento internacional, la escasa base de recursos humanos con altos niveles de formación y especialización, etc., son factores que hacen pensar que estamos lejos de poder contar con las capacidades y los medios para lograr que efectivamente los denominados sectores de clase mundial despeguen y se consoliden.

La base sobre la cual se tienen que desarrollar dichos sectores es precaria.

Lo anterior no implica que no puedan existir empresas particulares que logren sacar ventaja de la política y que logren ser competitivas y exitosas en los mercados. Pero los esfuerzos de política no pueden terminar beneficiando a unos pocos.

Lo anterior pone de presente que para el país pareciera más eficiente y eficaz seguir la ruta que señalan el Banco Mundial, el Foro Mundial y el profesor Porter de avanzar desde los sectores ligados a las ventajas comparativas al tiempo que va construyendo las bases sobre las que deberán soportarse las ventajas competitivas.

La tarea está, entonces, en fortalecer e impulsar la calidad de la educación universitaria, así como los planes de formación en el exterior (doctorados) de un número creciente e importante de profesionales colombianos de alto nivel y el desarrollo de centros y grupos de investigación que trabajen de manera estrecha con el sector privado, para lo cual es necesario crear estímulos para que las empresas innoven.

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