Por Iván Echeverry Valencia
El Colombiano, Medellín
Agosto 25 de 2009
Desde épocas muy remotas el país no vivía tan compleja situación en sus relaciones internacionales con naciones como Nicaragua, Bolivia, Ecuador y especialmente con la hermana República Bolivariana de Venezuela, y todo por cuenta del narcoterrorismo que, a pesar de encontrarse golpeado financiera, territorial y militarmente, se resiste a darse por vencido, acogiéndose a toda clase de artimañas para sobrevivir y estar en la palestra, involucrando con su accionar a sus presuntos admiradores o colaboradores en problemas judiciales, políticos y diplomáticos.
Con alguna complicidad, los narcoguerrilleros de nuestro país continúan con el tráfico de drogas, explosivos y armas por las fronteras; instalan campamentos en territorio ecuatoriano y dejan constancias irrebatibles, como el último video encontrado, en el que el Mono Jojoy da cuenta del aporte financiero de las Farc a la campaña del presidente Correa.
Con Venezuela el asunto no es muy diferente, pero sí más complejo, como lo ha demostrado el maridaje de algunos funcionarios del gobierno Chávez e inclusive del mismo Presidente con la guerrilla colombiana; la descalificación a nuestras fuerzas militares y al ex ministro Santos por su accionar contra los grupos terroristas; los homenajes póstumos rendidos en ese territorio, con el beneplácito oficial, a Reyes y a Manuel Marulanda, constituyéndose en una afrenta al pueblo colombiano. Por lo que no es de extrañarnos, ni nos puede causar ningún estupor, que el armamento incautado a las Farc haya sido provisto por el país vecino.
Las rabietas del de la mirada soslayada y los berrinches que protagoniza a diario el Coronel Hugo Chávez por los medios de comunicación, son pan de cada día y sofisma de distracción para los problemas internos de sus países y cuando son descubiertos por su política de doble moral, de querer ser amigos y solidarios con el pueblo colombiano, al tiempo que colaboradores y aduladores de una guerrilla que perdió toda su ideología, su lucha por las reivindicaciones sociales, que sólo actúa como una tristemente célebre banda de forajidos dedicados al narcotráfico, al secuestro y al terrorismo.
Los gobiernos parlanchines del Ecuador y Venezuela, en las condiciones actuales, no cuentan con la suficiente autoridad moral para entrometerse en los asuntos internos de la patria y mucho menos para descalificar y criticar de manera soez, descortés y haciendo caso omiso de las vías diplomáticas, a nuestra democracia y a sus autoridades, constituyéndose sus opiniones en actos irrespetuosos, faltos de verdad y solidaridad. Y cuando de manera repentina tratan de morigerar sus discursos, hay que recibirlos con beneficio de inventario y preguntarnos ¿hasta cuándo les durará tanta mesura?
Colombia cuenta hoy con muchos enemigos internos y externos, lo que nos insta a todos los compatriotas, por encima del interés particular, gremial y político, a arropar al gobierno nacional bajo una misma bandera y a exigirle a la comunidad internacional el apoyo efectivo, sincero, oportuno e incondicional.
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