lunes, 24 de agosto de 2009

Un pacto por la salud

Editorial

El Colombiano, Medellín

Agosto 24 de 2009

El país no es consciente de que tiene un buen sistema de salud, pero que peligra y puede colapsar si no se delimita el plan de atención. No es posible atender lo suntuario y no vital, y mucho menos cuando se hace a costa de la atención en salud de niños y ancianos.

Realizar un pacto por la salud es la propuesta que le están haciendo al país investigadores y expertos pertenecientes a múltiples centros de investigación económica y social, luego de que ésta ha sido la conclusión central de diversos foros y discusiones sobre el tema.


La atención en salud es un problema general en el mundo. Estados Unidos no ha logrado avanzar desde hace dos décadas en cobertura de población, no obstante que en su economía uno de cada cinco dólares se destina a gastos médicos. Su vecino, Canadá, logra una cobertura total, con un buen paquete de atención, con la mitad del gasto de los estadounidenses.


Los países europeos tienen indicadores similares a los canadienses, pero al igual que éstos, siguen teniendo enormes problemas de calidad, accesibilidad y tiempos de espera. Es decir, la atención que logran no es adecuada ni oportuna. En términos reales, la salud es un tema central en la agenda de los gobiernos, tanto de países industrializados como en vías de desarrollo.


El sistema de salud en Colombia ha logrado unos resultados que sorprenden a los expertos internacionales en términos de cobertura, alcance de los planes, eficiencia de los operadores y generación de equidad.


Los estudios indican que tiene que avanzar en calidad de servicio y atención. Pero el gran problema es que por defectos institucionales, el plan de atención no está definido y vía tutelas o solicitudes a los comités técnico-científicos, se está obligando al sistema a responder por todo tipo de tratamientos, no importando ni su costo ni su pertinencia. Esto, simplemente, está a punto de hacer inviable todo el sistema.

Los usuarios no siempre son conscientes de que los planes no son ilimitados y que aún los sistemas más avanzados del mundo son muy radicales en las exclusiones y los límites para poder asegurar la atención de toda la población. Un ejemplo puede ser el de las hormonas para el crecimiento. Mientras los canadienses e ingleses las tienen terminantemente excluidas, pues no son vitales y son utilizadas por estratos altos y pudientes de la población, aquí en Colombia gastamos cerca de cincuenta mil millones de pesos al año. Con esto se atenderían cien mil niños en su plan básico. Para los expertos extranjeros esto es simplemente insostenible.


La propuesta de un pacto por la salud consiste en definir un plan de atención sensato y financiable. Requiere que éste sea ampliamente discutido, aceptado y que el cálculo del costo para su atención pueda ser absorbido por los aportes de nómina, los cargos específicos y las transferencias del Estado. El acuerdo deberá ser aprobado en el Congreso y elevado a reforma constitucional de manera que quede blindado jurídicamente para que el sistema no siga siendo presa de intereses individuales a costa del bien general. Esta tarea es inaplazable.

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