martes, 25 de agosto de 2009

Unasur: gestiones para la paz

Por Ramiro Andrade Terán

El País, Cali

Agosto 25 de 2009

El presidente de Brasil, Lula da Silva, emprendió una gestión que hasta el momento ha tenido poco éxito con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que explique a los mandatarios latinoamericanos agrupados en Unasur “los alcances del acuerdo de cooperación militar que busca firmar con Colombia”. Es decir, la utilización de bases militares nuestras para “combatir el narcotráfico y el terrorismo”, según lo afirman las máximas autoridades de las dos naciones comprometidas.

Hasta allí, la situación creada por la presencia de la Fuerza Aérea de EE.UU. en nuestro territorio para ese fin específico, podría aceptarse como una opción necesaria en el esquema de una lucha contra dos organizaciones que han causado enormes problemas en Colombia, amenazan su estabilidad institucional y democrática, y han motivado en sus vecinos alarma creciente.

El presidente Uribe es amigo de la diplomacia directa que hasta el momento le ha dado buenos resultados en la tarea de bajarle temperatura a una situación que despierta recelos en Venezuela, Ecuador y Bolivia, con presidentes que no esconden estar dispuestos a una confrontación militar con Estados Unidos. Al paso que Brasil, que al fin se decidió a obtener liderazgo en América del Sur, en un ánimo moderado está explorando con los norteamericanos los alcances del acuerdo con Colombia y busca obtener precisas seguridades que las bases colombianas sólo se utilizarían para los fines específicos de los que tanto se habla. Como debe ser. Esto debe quedar muy claro.

Sería cándido pensar que el asunto no tiene otras implicaciones. Es obvio -a mi modo de ver- que la Fuerza Aérea de EE.UU. con capacidad de utilizar esas bases que tienen un alto valor estratégicos frente a Venezuela y Ecuador, es un elemento disuasivo frente al belicoso presidente Chávez y su homólogo Correa que han provocado -ayudados por el iracundo Evo Morales– una situación en la esquina norte de Suramérica que va de mal en peor y que puede, derivar a un episodio violento e irracional. Aún es tiempo de frenarlo y evitar una confrontación que acabaría no sólo con la paz de los países comprometidos, sino que podrá extenderse a todo el Continente.

De allí, la importancia de la reunión de Bariloche, Argentina a la que asisten Uribe y su canciller, Jaime Bermúdez. Que tienen el propósito de explicar el alcance de lo acordado con Washington. Pero que se han reservado la autonomía para decidir sobre asuntos que tienen incidencia para la tranquilidad regional y para una nación como la nuestra amenazada por algunos de sus vociferantes países fronterizos.

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