Editorial
El Espectador, Bogotá
Agosto 26 de 2009
Dos días antes de
Desafortunadas y ambiguas resultaron en ese sentido las declaraciones del presidente del Polo Democrático Alternativo (PDA), senador Jaime Dussán, quien se mostró satisfecho con los guiños que en sus discursos le envió a ese partido político el presidente Chávez para que, en adelante, el Polo sea la bisagra que permita la entrada y posterior consolidación del proyecto bolivariano en Colombia. Y ello a pesar de haber sostenido que la mejoría de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones era su principal interés. Frente a la censura, el cierre de los medios de comunicación y la imposición de una cátedra específica que no hace mucho discutimos en este mismo espacio, Dussán apenas dijo de manera lacónica no estar informado.
A su vez, el Secretario General del Polo, Carlos Bula, en un intento por desviar la atención hacia el acuerdo para el uso de bases colombianas, sostuvo que quienes realmente tienen un proyecto interventor son los Estados Unidos. “No creo que el gobierno de Venezuela”, explicó, “tenga un proyecto expansionista. Los únicos que en América lo tienen son los Estados Unidos”. En El Espectador publicábamos el día de ayer, sin embargo, la forma como el chavismo ya es una realidad en la política colombiana de base.
El Movimiento Socialista Bolivariano ha emprendido consultas para acceder al reconocimiento de las autoridades electorales y se sabe de sus ramificaciones en diversos lugares del país.
Más allá de lo desinformados que dicen y pueden estar algunos dirigentes del PDA, no está de más preguntarse a qué se debe tanta confusión y errático comportamiento en las filas del partido de la izquierda colombiana. Por fortuna allí mismo existen voces críticas, como la del senador Gustavo Petro, que ya han manifestado su oposición frontal a todo tipo de injerencia foránea en la política local.
Con todo, el debate queda abierto y a la espera de que se sepa, a ciencia cierta, la magnitud de las pretensiones y las capacidades del proyecto chavista en Colombia. Lo que sí es seguro es que son los canales diplomáticos los que deben actuar ante este tipo de delicadas situaciones. Delegaciones internacionales como las que envió en días pasados el propio PDA al vecino país, antes que despejar el panorama, contribuyen a su polarización. Ojalá Unasur, como debería, sea por fin el escenario en el que Colombia pueda discutir abiertamente ya no solo el tema de las bases militares sino el de la seguridad regional como un todo.
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