Por Juan David Escobar
El Colombinao, Medellín
Agosto 31 de 2009
Sólo en este desordenado tropicalismo es que puede entenderse que en una cumbre como la de Río, el clon bolivariano de Fidel cante desafinado, y peor aún, que la asistencia plagada de lambericos lo aplauda sonriente, cual público que celebra las gracias que hace el miquito de la feria del pueblo. Con razón el regaño a Correa de Lula, quien por la autoconvicción y también por las condiciones reales de Brasil para sentirse el capataz de la región, pero acostumbrado ya a participar en reuniones de grandes ligas y no en estos circos subregionales, le reclamó al intermitente presidente de la reunión su evidente pericia para perder el tiempo y para desenfocarse sin justificación.
Esta triste reunión, más sepelio que bautizo, confirma que
Por limitaciones de espacio sólo comentaré dos asuntos más. Si el verdadero objetivo para el cual debió haberse dado esta reunión ni siquiera se planteó, el que estaba en cabeza de algunos presidentes de la región, que era invitar a Colombia a la mesa, pero no como comensal sino como menú, tampoco se dio, pues el presidente de Colombia no sólo no se dejó meter a la olla que los caníbales bolivarianos habían precalentado desde hace días, sino que les tapó la boca a cada uno, y cuando se sintieron derrotados, la presidenta argentina interrumpió al presidente Uribe para que no fueran ellos los quemados.
Y el otro tema, que en otras ocasiones no me atreví a decir porque no faltan los que dicen que son prejuicios raciales o étnicos, en esta ocasión no puedo callarlo, dada la evidencia demoledora. Son las deficiencias mentales, de argumentación, de dicción, lingüísticas, y sobre todo de coherencia y sentido de la lógica del presidente Evo Morales. Patéticas intervenciones en las que intentaba mostrarse como el perro bravo que ladraba a nombre de quien desde Venezuela le tira huesos, repitiendo los mismos tres estribillos trasnochados de la mamertera latinoamericana, pero tan fuera de lugar, desconectados e inútiles. Proponiendo cosas que no sé si son el fruto de la inocencia y la ignorancia, peligrosas para un presidente de un pueblo que se merece un mejor destino, o de una incapacidad mental natural o provocada por mascar hojas, y no propiamente de los libros.
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