Editorial
Agosto 26 de 2009
Mientras Unasur calla frente a la innegable intromisión de Venezuela en asuntos internos de Colombia, el Polo busca la nefasta diplomacia paralela que sólo alimenta intereses que los colombianos no queremos.
Se sabía que tarde o temprano el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, iba a confesar sus intenciones expansionistas con Colombia, al querer imponer acá una trasnochada ideología política, sin importarle con quien hace acuerdos y pactos.
Así, sin sacarlo de contexto o interpretar mal sus declaraciones públicas, el folclórico mandatario vecino pidió en un espacio público que le ayuden a implantar la revolución bolivariana en Colombia y en ese sentido mencionó de manera clara y directa al Polo Democrático Alternativo (PDA) como el partido con el que encuentra coincidencias para buscar meter aquí su arcaica revolución.
El asunto para nosotros no pasaría de ser otra acostumbrada patanada provocadora y sin sentido, de tantas que acostumbra el frenético mandatario, si no fuera porque hace escasas dos semanas recibió en la sede de gobierno venezolano, el Palacio de Miraflores, al ex presidente Ernesto Samper y luego al presidente del PDA, Jaime Dussán, quienes a título personal acudieron como mediadores para buscarle una salida a la crisis que tiene enfrentados a los gobiernos de las hermanas naciones.
Esos dos encuentros no fueron bien vistos en nuestro país, muy a pesar de la libertad que les asiste a los dirigentes políticos de hablar con quienes quieran, pues se convierte en un hecho de diplomacia paralela, nada recomendable cuando hay de por medio conflictos que sólo pueden ser superados a través de los canales diplomáticos oficiales establecidos.
Pues en la línea en que se mostró el representante del Polo, Hugo Chávez se atrevió a saltarse los cánones diplomáticos y a burlar los postulados de la política internacional al manifestar que hay que hacer lo necesario para que sus planteamientos se difundan en Colombia por medio sus aliados que según él son muchos, entre ellos el PDA, mientras señaló a la burguesía colombiana de no querer que su palabra le llegue al pueblo, "tiene miedo de que la palabra de Chávez sea oída por el pueblo".
Sobrepasó la barrera de la imprudencia el ex coronel golpista, el mismo que en diferentes ocasiones se ha negado a condenar los actos terroristas de las Farc y quien además ha permitido homenajes a temibles ex jefes guerrilleros a los que seguidores de su revolución, entre ellos ministros, han tratado de camaradas.
Le asiste toda la razón a Colombia de elevar su más enérgica protesta por medio del embajador ante
Se desenmascaran así los simpatizantes de un cuestionado proyecto político que se basa en una supuesta revolución pacífica, pero que no tiene obstáculo en declararse amigo de uno de los grupos que como las Farc más daño le ha hecho al país a partir de prácticas violentas que violan los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
Sorprende que frente a esta clara e innegable intromisión de Venezuela en asuntos internos del país los miembros de
¿Cómo no va a preocupar con hechos de esta naturaleza que el Polo, representado en su presidente, insista en reunirse con Rafael Correa? Que el PDA diga con claridad si va a seguir con la nefasta diplomacia paralela que sólo alimenta intereses que aquí la gran mayoría de colombianos no queremos.
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