lunes, 31 de agosto de 2009

Francis Fukuyama: coincidencias y contradicciones

Editorial

El Mundo, Medellín

Agosto 31 de 2009

Le da a Colombia más razones para no someterse a encerronas orquestadas por Chávez y sus turiferarios cuando dice que las explicaciones las tendría que dar “también Venezuela”

La entrevista exclusiva con el doctor Francis Fukuyama, invitado especial a la Asamblea de la Andi, que EL MUNDO publicó en su edición de ayer abre espacio a importantes debates sobre el Estado y la democracia, así como sobre las variaciones y modulaciones que en 17 años ha hecho a la tesis sobre la vigencia plena de la democracia en el mundo, que planteó en su libro “El fin de la historia y el último hombre” (1992) sobre el destino de la democracia tras el derrumbe del comunismo en la Unión Soviética y Europa del Este. Especial interés tiene para nuestros universitarios su planteamiento sobre la relación indisoluble entre buenas fuentes de petróleo y la irrupción temporal de ideologías extremistas y poco serias, como el chavismo.

Por razones de espacio, debemos limitar nuestro análisis de la entrevista a los campos de actualidad y el mayor interés de los lectores. Las relaciones de Colombia con Estados Unidos y con sus países vecinos, y los primeros meses del gobierno del presidente Obama fueron abordados por el politólogo que en el año 2006 abjuró del neoconservatismo, pero no de su defensa de la democracia liberal como el sistema por el que necesariamente optan los países desarrollados.

El doctor Fukuyama, actualmente profesor de la Universidad John Hopkins, reconoce que gracias a sus esfuerzos por alcanzar tal dignidad, Colombia es el país latinoamericano que “mantiene la relación más cercana con Estados Unidos”, condición que conservará hacia el futuro. En su consideración destaca como no puede ocurrir que “Obama vaya a retroceder en esa relación en lo más mínimo”, a pesar de lo cual identifica dos puntos en los que la alianza tiene fisuras que corregir, y que nosotros habíamos señalado.

En virtud de lo que reconoce como “la realidad del poder político en Estados Unidos, consistente en un país agudamente dividido y polarizado”, identifica obstáculos que hacen difícil el gobierno Obama. Entre ellos, confirma que el hecho de que el Congreso esté dominado por el Partido Demócrata: “mucho menos receptivo a esos temas” hace más difícil el tránsito del TLC, uno de los aspectos fundamentales de la alianza binacional. Su coincidencia con nuestro enfoque lo es también con el señalamiento a la poca esperanza que ofrecen los esfuerzos por salvar un Tratado que se convirtió en arma de política interna y dejó de ser instrumento de amistad con un aliado.

El analista reclama del gobierno Obama que asuma su parte en la defensa ante Sudamérica del acuerdo militar con Colombia, que “se pudo haber explicado mejor por Washington y Bogotá a la región”. Coincide, pues, con nuestra expectativa, manifestada el sábado, por “una posición clara y definitiva del gobierno Obama sobre esta materia, en la que no es justo que sea Colombia la que ponga el pecho a la brisa”. Sobre este acuerdo, le da a Colombia más razones para no someterse a encerronas orquestadas por Chávez y sus turiferarios cuando dice que las explicaciones las tendría que dar “también Venezuela, porque ellos han tenido muchos contactos con Rusia, Bielorrusia e Irán, sobre los cuales no tenemos mucha información”.

Hasta el año 2006, el profesor Fukuyama expresaba su simpatía por el presidente Bush. Ello fue evidente, por ejemplo con la carta que el 20 de septiembre de 2001 suscribió con otros connotados académicos estadounidenses, y que EL MUNDO publicó ayer, para dar apoyo a la política antiterrorista y reclamar que “incluso si no hay evidencia que una a Irak con el ataque (a las Torres Gemelas y el Pentágono) cualquier estrategia dirigida a la extirpación del terrorismo y sus patrocinadores debe incluir un esfuerzo para remover a Saddam Husein del poder en Irak”. El profesor nipón-americano proclamaría en 2008 su voto por el candidato Barack Obama porque era “difícil imaginar una Presidencia más desastrosa que la de George W. Bush”.

Hoy el analista radicado en Washington D.C. comienza a manifestar distancias con el presidente que ayudó a elegir. Es así como destaca la preocupación que crece entre políticos del centro y la derecha por “si tendremos un déficit fiscal inmenso y si es posible financiar todos los programas que Obama ha iniciado”. También explica sus diferencias con la política internacional y el hecho de que la distensión ofrecida a Irán y Corea del Norte no haya modificado su tono frente a Estados Unidos. Situaciones como esta, indica, muestran que “Obama va a tener que mostrar resultados concretos en términos de una exitosa política exterior. Y eso será difícil y no ha pasado todavía”. También en este análisis, un poco contradictorio con su entusiasmo de hace un año con el cambio de gobierno, coincide con nuestros temores por la tibieza y las vacilaciones para reafirmar sus nexos con los verdaderos amigos que ha caracterizado la política exterior del presidente Obama y la secretaria Clinton en sus primeros meses. ¿Volverá Estados Unidos a mostrar su amistad a sus amigos?, la pregunta que se infiere de las declaraciones del profesor Fukuyama queda para países como el nuestro.

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