Por Mauricio Vargas
El Tiempo, Bogotá
Septiembre, 14 de 2009
Con sus agresivas andanadas contra Colombia en Aló, Presidente, en sus entrevistas y en sus discursos, por cuenta del acuerdo entre Bogotá y Washington para la presencia estadounidense en bases militares colombianas; con sus amenazas contra el comercio binacional, cada vez más ciertas y verificables en la realidad, y con su sostenida política de comprar armas ofensivas, como tanques y cohetes rusos de hasta
El presidente colombiano había venido retrocediendo poco a poco en los sondeos este año. La franja del centro del espectro político, constituida por colombianos de clase media, residentes en las ciudades y que había estado con Uribe desde el 2002, en los meses recientes se había ido llenando de prevenciones en contra de su segunda reelección. Le reconocían al Presidente sus éxitos en seguridad, pero -temerosos como son siempre los electores de clase media- los inquietaba mucho el ambiente de crispación y choque de trenes por su búsqueda del tercer mandato.
¿Qué llevó a muchos en esa franja a volver a respaldar a Uribe? Ellos siguen viendo los riesgos de la perpetuación de una misma persona en
Si no fuera por Chávez, el respaldo a Uribe se estaría quebrando. De hecho, si uno mira el Gallup Poll con cuidado, el mandatario colombiano no las tiene todas consigo para la segunda reelección. Un 58 por ciento votaría el referendo. Pero en esos 58 puntos porcentuales hay muchas fisuras. Ocho puntos votarían contra la reelección, cuatro más tienen grandes dudas y otros 20 puntos corresponden a colombianos que no votaron en las más recientes elecciones, las de alcaldes y gobernadores en el 2007 y, por lo tanto, son asimilables a la amplia franja abstencionista. Esto quiere decir que, del 58 por ciento que votaría el referendo, solo 26 puntos porcentuales resultan seguros para Uribe. Y eso está en el borde de la cuarta parte del censo electoral que debe votar el referendo para que sea válido.
Hace algunos meses ya se notaban estas fisuras. Y, de hecho, eran mayores, lo que hacía peligrar gravemente la iniciativa. Lo que ha mejorado un poco las cargas para el Presidente, repito, es la frenética avanzada anticolombiana de Chávez. Me han contado algunas fuentes que varios dirigentes opositores, tanto del Polo como de la corriente izquierdosa del liberalismo, han ido a Caracas a pedirle de rodillas al teniente coronel que le baje el tonito a la pelea, porque está ayudando a que suba la popularidad de Uribe.
Pero Chávez no les ha hecho caso. Ni se lo va a hacer: en el fondo, quiere que su vecino salga reelegido para poder justificar más agresividad, más compra de armas y más embelecos con los cuales distraer el desastre interno del socialismo del siglo XXI.
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