martes, 15 de septiembre de 2009

Hay que creer para crecer

Editorial

El Colombiano, Medellín

Septiembre 14 de 2009

El principal hallazgo de la última encuesta de Invamer Gallup sobre la percepción de la opinión pública en los últimos dos meses, nos deja un sabor agridulce. Dulce, porque todos los indicadores nos muestran que la economía empieza a sacar la cabeza y que la tan "cacareada" crisis no va a ser tan larga como algunos vaticinaban. Y agria, porque los colombianos ya empiezan a ver que la amenaza internacional, representada por Hugo Chávez, Rafael Correa y Daniel Ortega, es un problema muy serio.

En el último bimestre, la preocupación por las relaciones internacionales de Colombia con los países vecinos creció significativamente, quitándoles protagonismo a los temas económicos, los cuales mejoraron levemente en estos últimos meses. A la pregunta ¿Cuál es el principal problema que tiene Colombia en estos momentos?, el 42 por ciento de los consultados respondió que era el poder adquisitivo. En esa respuesta hay un gran giro de percepción, pues hace sólo dos meses era un 57 por ciento el que veía los temas de economía como los más inquietantes.

El problema que representa el orden público y la seguridad cayó al tercer lugar desde diciembre del año pasado. Hoy sólo el 21 por ciento de los colombianos dice que es prioritario, pero ya se advierte que es un problema que se puede juntar con la primera preocupación, dado que ese temor nacional por las relaciones internacionales ya pasó de ser interna, vía orden público, por causa de la oscura relación de gobiernos vecinos con la guerrilla.

Hoy como nunca, la preocupación por la relaciones internacionales empieza a pasarle la cuenta de cobro al optimismo nacional, y se continúa percibiendo la realidad con un pesimismo moderado. Mientras que un 39 por ciento cree que las cosas están mejorando, un 43 por ciento opina que están empeorando.

Ese pesimismo se siente más en Medellín, una ciudad golpeada en los últimos meses por una ola de violencia preocupante, que ya empieza a ceder como consecuencia de los últimos movimientos realizados por las autoridades para frenar esos brotes. Hace un par de meses, 36 de cada 100 medellinenses opinaban que las cosas estaban empeorando, y hoy son 56 de cada cien los que así piensan.

En Bogotá, en cambio, creció el optimismo y son más los habitantes de la capital quienes piensan que las cosas están mejorando. Un 49 por ciento opina de esa manera, mientras que los que dicen que todo está empeorando bajaron del 46 al 40 por ciento. Las obras públicas en esa ciudad se empiezan a ver y el anuncio sobre las líneas del metro recuperaron la fe de los bogotanos.

Es importante el optimismo en todas las ciudades capitales del país, porque ese sentimiento colectivo es la gasolina social para trabajar con más sentido y agudizar la percepción de que el lugar en donde se vive y se hacen negocios va por buen camino. Y si en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, el optimismo mejora, esa situación arrastrará la sensación país y las dificultades serán más llevaderas.

El Presidente Uribe mejoró 3 puntos su nivel de aprobación general, ubicándose en 74 por ciento, levemente por encima de su promedio histórico. Y aunque en los temas de las relaciones internacionales y seguridad, el Presidente pierde algunos puntos, en los económicos hay una mejoría, al igual que en educación, infraestructura y salud.

Llama notablemente la atención, en el último estudio de Invamer, que Estados Unidos alcanzara una imagen favorable de 69 por ciento, la nota más alta en la historia reciente de Colombia, y que Barack Obama, su presidente, lograra un 75 por ciento de opinión positiva. Y para cuñar esta sensación de respaldo americano, un 69 por ciento de los entrevistados está de acuerdo con que Estados Unidos pueda utilizar bases militares colombianas para combatir el narcotráfico.

Ojalá esta histórica percepción nacional sobre el motor de la economía mundial sea leída por los legisladores estadounidenses y desatranquen el Tratado de Libre Comercio, que injustamente está empapelado, mientras que países tan competitivos como el nuestro, caso Perú, y algunos centroamericanos, ya disfrutan y se benefician del libre comercio con Estados Unidos.

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