miércoles, 2 de septiembre de 2009

Chavismo ordinario

Por José Obdulio Gaviria

El Tiempo, Bogotá

Septiembre 2 de 2009

Para los suramericanos, la transmisión de la reunión de Unasur despertaba sentimientos idénticos a los de cualquier tipo de competencia. Millones de ciudadanos estuvieron pendientes de la televisión, la radio y los medios escritos, buscando, además, explicaciones, interpretaciones y evaluaciones de lo que estaba pasando ante sus ojos y oídos.

En confrontaciones deportivas, el fútbol por ejemplo, un espectador define muy fácilmente sus querencias y apuestas: el equipo nacional es siempre perfecto y ganador seguro; los contendores, en cambio, son unas yeguas, unos mochos, unos paquetes. En su trabajo informativo, a los medios de comunicación les toca hacer un difícil equilibrio: cautivar al público, pero sin caer en la ramplonería y falta de objetividad de los hinchas. Y hay una drástica división del trabajo: uno es el papel de quien transmite; otro, muy distinto, de quien analiza. Mientras que un 'paisita Múnera Eastman' tiene que desgañitarse y mover la tribuna; Carlos Antonio Vélez hace croquis y explica, sin sentimentalismos, lo que pasa en la cancha. Al primero se le perdona hasta que llore histérico; el segundo debe aparentar que la derrota nacional le importa un bledo.

A pesar del esfuerzo pedagógico que hacen los analistas, los hinchas más brutos y sectarios nunca verán -o aceptarán- la realidad. Si a su equipo le dan una pela de padre y señor mío, el fanático hará las cuentas al revés: que dos goles fueron regalo del árbitro y que el otro fue descuido de la defensa; mientras que a su equipo del alma, el palo de la portería contraria le tapó tres tiros y el árbitro le robó dos penaltis. En sus balances arbitrarios, el fanático ve un cinco cero a favor, cuando los demás contabilizan una derrota sin atenuantes.

En la reunión de Unasur todos observamos un gran pugilato verbal en el que Uribe dio una muenda memorable al chavismo. Los comentaristas internacionales, unánimes, dictaron ese veredicto.

El Clarín, periódico argentino, estampó este titular: 'Una victoria para Uribe, que logró neutralizar la ofensiva en su contra' http://www.clarin.com/diario/2009/08/29/elmundo/i-01987988.htm.


La Nación, del mismo país, dijo que Uribe había estado en el centro de todas las miradas y había defendido con éxito su política de colaboración con los Estados Unidos. Eso mismo ocurrió en todos los países, incluida Venezuela -hasta el punto de que aporrea.org, órgano del chavismo más recalcitrante, se indignó ante "tanto servilismo de los medios venezolanos (léase El Nacional y El Universal, para no mencionar a esa docena de pasquines de muy escaso tiraje, como Tal Cual o El Nuevo País) (que) produce, más allá de eso que llaman "pena ajena", el mayor asco"-. Igual asco les debieron dar los titulares de la prensa colombiana.

Pero el domingo siguiente, a los chavistas les llegó su refuerzo. No fue desde farc-ep.org ni anncol.eu (esas páginas están apagadas, como consecuencia de la campaña mundial para expulsar a los terroristas de la web), sino desde el Partido Comunista de Venezuela: 'Aisladas políticas guerreritas de Uribe en Unasur', gritó desde Caracas el Comité Central.

En Colombia, la revista Semana le hizo eco al chavismo ordinario: 'Colombia aislada', espetó desde su carátula. Nada de lo que hizo Uribe en Unasur les pareció bien a los semanales. Se dejaron llevar de tal manera por su furia anti-Uribe, que hasta le reclamaron no haber sido capaz de convencer a Chávez, Correa, Evo y doña Cristina, como si eso fuera posible.

En fin, allá ellos y su chavismo de nuevo cuño. Allá ellos con los montajes de autograbaciones de funcionarios judiciales que no tienen empacho en entregarlas a sus cómplices del periodismo y achacarlas al DAS, para hacernos creer que aquí vivimos un régimen del terror como el de Venezuela. Recordemos: el 4 de septiembre volverá a marchar la masa antiterrorista.

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