Por Ernesto Yamhure
El espectador, Bogotá
Septiembre 17 de 2009
LAS DEGRADANTES IMÁGENES DE diez militares y policías que llevan más de una década encadenados por las Farc tuvieron que estremecer hasta al más insensible.
Nuestros hombres fueron secuestrados mientras cumplían con su deber. Batallaron épicamente frente a los sanguinarios que atacaban con pipetas de gas rellenas de explosivos, estiércol y estopines.
La sevicia de sus victimarios es imperdonable y por ella tendrán que responderle a la sociedad, esa misma que a veces exhibe una indolencia inaceptable. Desde que Íngrid Betancourt fue rescatada, muy poco nos acordamos de los compatriotas que aún siguen pudriéndose en la implacable manigua.
Esos testimonios que oímos en las pruebas de supervivencia son dolorosísimos e inclasificables.
Estremecedora resultó la intervención del sargento viceprimero de
A pesar de la congoja, aún tienen tiempo para ocuparse de sus asuntos particulares. Algunos pidieron que sus padres reciban ayuda médica, mientras que otros solicitaron que se les guarde parte de su sueldo con el fin de disfrutarlo cuando regresen a la libertad.
Desde 2004,
Actualmente, los terroristas tienen en su poder a siete oficiales (mayor general Luis Herlindo Mendieta Ovalle, teniente coronel Édgar Yesid Duarte Valero, teniente coronel Enrique Murillo Sánchez, teniente coronel William Donato Gómez, mayor Julián Ernesto Guevara —asesinado por las Farc y aún no han devuelto sus restos mortales—, el mayor Elkin Morales Rivas y mayor Guillermo Javier Solórzano Julio), nueve suboficiales (sargento viceprimero César Augusto Lasso Monsalve, sargento viceprimero Luis Alberto Erazo Maya, sargento viceprimero Libardo Forero Carrero, intendente jefe Luis Hernando Peña Bonilla, intendente Carlos José Duarte, intendente Jorge Trujillo Solarte, intendente Wilson Rojas Medina, intendente Jorge Humberto Romero Romero y el intendente Álvaro Moreno) y al agente Roberth Hernán Guaquez Nupan.
Diez a uno a que de la lista anterior el distinguido lector o lectora no sabía ni la mitad de los nombres.
Para muchos, se trata de una simple cifra a la que lastimosamente algunos dirigentes políticos de la oposición le han dado un manejo puramente electoral. Las familias de esos hombres son utilizadas para enriquecer una estratagema politiquera cuyo único y verdadero fin consiste en derrumbar las bases de la seguridad democrática.
De manera discreta pero efectiva, el director de
En aras de aliviar la angustia que tienen los secuestrados sobre la suerte de sus parientes, Naranjo se comprometió a solucionar los inconvenientes que se han presentado en materia salarial y de seguridad social, comenzando por la asignación en menos de seis meses de una casa digna.
Nada podrá suprimir el dolor que produce un secuestro, pero es deber de todos los colombianos hacer lo que esté a nuestro alcance para que los seres queridos de los miembros de
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