jueves, 17 de septiembre de 2009

Chile: la mejor calidad de vida de Latinoamérica

Por José Amar Amar

El Heraldo, Barranquilla

Septiembre 17 de 2009

El prestigioso semanario británico The Economist publicó un estudio que muestra a Chile como el país con mejor calidad de vida de Latinoamérica. ¿Qué ha hecho esta nación que, en menos de 20 años, pudo recuperar la institucionalidad democrática y al mismo tiempo ha logrado éxito en su camino por construir un país mejor para todos los chilenos?


A partir de 1990, Chile cambió su modelo de gobierno autoritario, liberal y excluyente de la dictadura de Augusto Pinochet, por un gobierno democrático, liberal e incluyente a través de una alianza entre partidos que ha generado cambios profundos en la sociedad chilena.


Nunca nuestra Patria había avanzado tanto en tan poco tiempo: prosperidad económica, desarrollo de las libertades, progreso institucional, mejoramiento de la calidad de vida de la mayoría, particularmente de los más pobres, que han duplicado su ingreso monetario y multiplicado por cuatro su acceso a bienes y servicios.

Desde un comienzo, el gobierno de la Concertación acordó que el 70% de los recaudos tributarios fueran destinados a lo social; de esta manera, desde 1990 hasta ahora, se aumentó en 350% su inversión en educación, salud, vivienda y previsión. Entre sus mayores logros está que es el único país de Latinoamérica que garantiza 12 años de escolaridad gratuita; el 86% de los chilenos es propietario de la casa donde vive, dotada de electricidad, agua potable y alcantarillado. Un país donde el crecimiento económico se tradujo en políticas sociales bien orientadas que, en los últimos veinte años, han logrado reducir más la pobreza que en ningún otro país en el mundo —del 48% al 13%—, construyendo una sociedad de clase media.


El gobierno de Chile ha marcado un hito en la región, especialmente en este momento en que algunos gobiernos se autodefinen izquierdistas, renovando viejas prácticas populistas, y otros defienden un nacionalismo rudimentario. Chile se ha esforzado por construir un gobierno de alianzas con objetivos estratégicos que se trazan en horizontes de tiempo, ya que aspira a ubicarse entre los países desarrollados del mundo antes del 2020; donde se tiene claro que no hay soluciones milagrosas ni mesías salvadores, sino que el progreso es el esfuerzo de un pueblo comprometido en construir una sociedad en que se conjuguen los binomios crecimiento-equidad y democracia-libertad.


Hoy, Chile aspira a dar un salto gigantesco en la incorporación plena de su sociedad en la revolución tecnológica, y por esto —entre otras políticas— está otorgando mil becas al año para que los profesionales puedan hacer doctorados en los mejores centros educativos del mundo. De esta manera, el país tendrá el mayor número de científicos por habitantes en Latinoamérica, en menos de 10 años.


Pero, por sobre todas las cosas, más que el éxito económico, Chile ha logrado ir construyendo una comunidad moral. El ejemplo más elocuente del hombre nuevo que alguna vez Salvador Allende soñó lo refleja Michelle Bachelet, la presidenta con más alta favorabilidad de América Latina, con un 78%, a quien todos los chilenos le reconocen un liderazgo cálido y profundamente ético; una presidenta para todos los chilenos y no sólo para sus simpatizantes. Una mujer que, fiel a sus principios, supo aceptar el sufrimiento con dignidad, sin resentimientos, y cuya bandera principal —una nueva ley de pensiones—, ha logrado hacer realidad: hoy día, cuando se celebra la Independencia de Chile, todas las mujeres chilenas mayores de 60 años y los hombres chilenos mayores de 65 años tendrán derecho a una pensión aunque nunca hayan cotizado; así, ningún adulto mayor en Chile puede sentirse desprotegido.


Todo gobierno democrático sabe que no obstante haya logros importantes, surgen nuevas demandas y se despliegan percepciones más diversas y diferenciadas. Ahora, Chile es un país que puede plantearse con realismo el objetivo de alcanzar el desarrollo. Un país que ha logrado que el principal problemas de sus habitantes ya no sea salir de la pobreza, sino cómo mejorar su calidad de vida.

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