domingo, 20 de septiembre de 2009

EE.UU. y Suramérica

Paloma Valencia Laserna

El País, Cali

Septiembre 19 de 2009

La lucha antinarcóticos de EE.UU. se libra, sobre todo, por fuera de su territorio. Son los países productores quienes deben enfrentar a las mafias. La ventaja para los americanos es clara, se libran de soportar la alteración del orden social que causa la guerra contra los narcos y limitan su participación a aportes monetarios.

Nosotros, los productores, no podemos hacer nada distinto a aceptar esos recursos y dar el combate. No sólo batallamos contra la droga porque ese sea el objetivo americano –que apremia- sino porque la ilegalidad del negocio pervierte la sociedad. Ese ‘dinero fácil’ es una terrible enfermedad; generalizado ese deseo se pierden los estímulos para el trabajo, el esfuerzo y la legalidad. Perseguir la droga es una estrategia para subir el costo del narcotráfico: hacer ese dinero tan caro como sea posible, para que no sea sencillo ganarse esa plata y evitar que todos los habitantes pretendan hacerse narcos. Además, quienes están en los negocios ilícitos utilizan sus gigantescos recursos para protegerse y en el ejercicio corrompen la justicia, la política y quebrantan la obligatoriedad de la ley. Y no podemos legalizarla unilateralmente, pues los bloqueos económicos nos pondrían en condiciones de pobreza inaguantables.

Pero esa lucha también tiene costos. Es un negocio inacabable, mientras haya consumo capaz de pagar habrá producto. Así que las estrategias más virtuosas sólo lograrán exterminar los cultivos sobre el territorio nacional y desplazarlos a otras zonas. El ataque frontal a las mafias que responden con violencia a la persecución del Estado deja víctimas. Y presiona los cultivos hacía las selvas, destruyendo nuestro más valioso recurso natural.

El tema de la influencia americana no puede desconocerse. Como la guerra ha de hacerse en estos, nuestros países, nos dan dos estímulos: la ‘contribución económica’ y la ‘lista negra’ o descertificación, que prevé sanciones económicas para quienes fallen en la estrategia. Esta última es muy poderosa, pues el 45% de las exportaciones andinas son adquiridas por ese país.

En la nueva lista negra –de la que Colombia nunca sale- se dice que Venezuela y Bolivia fracasaron “de manera evidente” en la lucha. Precisamente los países que desafían y consideran enemigos a los gringos. Entonces el Gobierno americano, por razones de interés nacional, no les aplicará sanciones. EE.UU. no quiere acrecentar el enfrentamiento con esas naciones y por eso les da un trato preferencial. Su beligerancia contra la nación americana rinde sus primeros frutos.

Pero eso no será suficiente. Bolivia reconoció “debilidades”, pero señaló que era una decisión política e injustificada y dijo “Estados Unidos no nos permite comprar aviones con radares y tampoco aporta plata como antes, por tanto, no tiene autoridad para cuestionar" y que planeó acuerdos con Rusia para controlar la droga en su territorio. Chávez, por su parte, planteó la posibilidad de derribar aviones de la mafia y ya son claros los acercamientos con Irán y Rusia.

Colombia, en cambio, está en el grupo de los aliados y por lo tanto se cree que no hay porque conquistarnos; ni siquiera se nos aprueba el TLC. A nosotros, Clinton nos aplicó aquellas sanciones para ‘incentivar’ nuestro compromiso.

Si EE.UU. no replantea sus relaciones con Suramérica se puede quedar sin aliados y quienes pueden ser sus verdaderos enemigos se asentarán en este territorio.

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