jueves, 10 de septiembre de 2009

El Brasil del siglo XXI

Editorial

Heraldo, Barranquilla

Septiembre 10 de 2009

Con la visita oficial del presidente Nicolás Sarkozy a su colega Luis Ignacio Lula da Silva, Francia y Brasil formalizaron el inicio de las negociaciones de una multimillonaria transacción comercial que incluye todo un sofisticado arsenal.

De acuerdo con la información divulgada por ambas partes, Brasil adquiriría treinta y seis aviones caza de la última generación de la fábrica Dassault y, a su vez, Francia le compraría al primero una decena de aviones de transporte militar de la fábrica carioca Embraer.


Como parte sustancial de ese acuerdo, el país galo se comprometería a construir los aviones de combate en territorio brasilero con el objetivo de garantizar así una total transferencia de tecnología a favor de la industria militar del gigante suramericano.


La negociación incluiría, además, la adquisición por parte de Brasil de cuatro submarinos de ataque, varias decenas de helicópteros para el transporte de tropas y un casco de submarino susceptible de adaptarse a la tecnología nuclear, campo en el que los brasileros han logrado grandes avances.


No se trata, como es evidente, de una compra rutinaria que periódicamente hace cualquier país para modernizar su armamento, tampoco de equipos menores de apoyo a sus fuerzas convencionales. No son fusiles, ni uniformes o botas, sino aviones supersónicos con la más avanzada tecnología militar y submarinos con similares características ofensivas.


Las inversiones brasileras en estos equipos es probable que hubiesen pasado desapercibidas hace algunos años o quizás se hubiesen registrado como algo normal en el continente, como ocurría de tanto en tanto, por ejemplo, con Chile o con Venezuela. Llamaban la atención, sí, pero no suscitaban mayores suspicacias.


No obstante, algo han cambiado las cosas en el continente en estos últimos años, y diríamos que dramáticamente en los últimos meses, como para que la decisión de Brasilia no genere toda clase de comentarios.

Cualquier chovinista colombiano, que abundan por estos días, diría que se trata de una respuesta agresiva del país vecino ante el anuncio del acuerdo de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, y que, por lo tanto, dicho acuerdo se justifica aún más ante la amenaza que para nuestra soberanía representarían los nuevos equipos brasileros.


De otro lado, algunos comentaristas ya han señalado que se trata de un paso más en la escalada armamentista en la que se han embarcado últimamente los estados latinoamericanos, en particular los suramericanos.

¿Estamos realmente, en el caso de Brasil, ante el inicio de una carrera armamentista? ¿Hay elementos que nos pudieran llevar a considerar a Brasil como una amenaza para nuestra soberanía o, incluso, para el subcontinente? ¿Por qué un gasto militar de esas magnitudes en este momento?


Algunos elementos recientes de la evolución económica y política de Brasil, sin embargo, nos podrían mostrar, por el contrario, que se trata de una decisión estratégica de mediano y largo plazo, orientada, más que a un proyecto hegemónico en el subcontinente, a un liderazgo regional incluyente.


En efecto, el gran país del Sur ha experimentado en las dos últimas décadas una profunda transformación que lo ha proyectado, muy a pesar de la resistencia de muchos e influyentes sectores internos, hacia un notorio protagonismo regional con perspectivas globales.


Las razones detrás de ese proceso se encuentran tanto en el plano geopolítico como en el plano interno. Sin ninguna disputa territorial vigente con sus países vecinos, y con el declive de Argentina, Brasil se concentró durante muchos años en sacar adelante un ambicioso plan de reformas estructurales a su economía, con resultados exitosos que lo convirtieron en una verdadera potencia emergente.


Lo anterior, sumado al descubrimiento reciente de grandes yacimientos de petróleo frente a sus costas en el Atlántico y su consolidación como primer productor mundial de biocombustibles, entre otros factores, han catapultado a Brasil a los primeros planos del ajedrez internacional.


Consecuente con ello, el gobierno de Brasilia se ha propuesto como una meta en el mediano plazo de su política exterior obtener un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuando este organismo se llegue a reformar, algo que ocurrirá tarde o temprano.


Este apretado resumen de factores y circunstancias económicas y geopolíticas, y muchas otras que han acompañado la evolución de Brasil en las dos últimas décadas, es preciso tenerlas en cuenta al momento de analizar los pasos que está dando el gigante suramericano que ya despertó.

No hay comentarios: