jueves, 10 de septiembre de 2009

Señales de alerta

Editorial

El Pais, Cali

Septiembre 10 de 2009

Como estaba previsto al principio de año, la caída de los ingresos tributarios, producto de la crisis económica mundial y la necesidad de apelar al gasto público para mantener el ritmo de la economía, están propiciando un incremento importante en el déficit fiscal de la Nación. Ahora hay que estar atentos para que ese incremento no se desborde, amenazando la estabilidad y la confianza en la economía colombiana.

Hoy se sabe que el Gobierno recibió $1,4 billones menos por concepto de impuestos y que esa caída puede llegar a los $2,5 billones al finalizar el 2009. También es cierto que la revaluación está afectando sus cálculos de ingresos y que Ecopetrol está registrando una caída sustancial en los suyos, por cuanto el precio del crudo ha descendido un 50% con respecto al año pasado. Todo lo cual se suma a las demoras que experimenta la propuesta de vender el 57% de Isagén, que aún pertenece a la Nación, estimada en $3 billones.

Y mientras el panorama de los ingresos se ha enrarecido, la recomendación es tratar de utilizar el gasto público para evitar una recesión que acabe de profundizar problemas sociales como la pobreza que afecta al 45% de los colombianos y el 12,6% al que ha llegado el desempleo. No hay dudas sobre las bondades que esa política arroja, pero debe aplicarse sólo mientras el mundo supera los difíciles momentos que se iniciaron hace un año con la crisis de la economía estadounidense, la locomotora del comercio orbital.

Para empezar a remediar el déficit, el Gobierno está recurriendo al endeudamiento mediante la emisión de títulos de Tesorería por $4 billones, que serán transados en el mercado interno. Y muestra ya cierto grado de impaciencia por las dificultades para conseguir financiaciones para grandes proyectos de infraestructura como la autopista que debe unir a Bogotá con la Costa Atlántica o la construcción del túnel de la Línea, lo que lo ha llevado a apoyar, aunque de manera tímida, la propuesta de vender una parte importante de Ecopetrol.

Es cierto que hoy Colombia goza de mayor credibilidad y confianza en el mundo, al punto en que la Corporación Financiera Internacional, organismo del Banco Mundial, la reconoce como el país que mejores condiciones ofrece para los empresarios. También, que indicadores claves como la inflación y la devaluación dan a entender que hay una gran estabilidad. Con todo, los cálculos del déficit fiscal legaron ya al 4% del Producto Interno Bruto, es decir, más de $20 billones.

En medio de las fortalezas que muestra la economía colombiana no pueden olvidarse las señales de alerta que aparecen en las finanzas públicas. Y como quiera que el problema es causado por la renuencia a realizar la reforma estructural que se requiere, no parece aconsejable recostar las soluciones en la venta de Isagén y Ecopetrol para cubrir el saldo en rojo. Por tanto, hay que estar atentos y reconocer que la situación fiscal y la tendencia a resolver el déficit con endeudamiento pueden convertirse de nuevo en el peor enemigo del progreso.

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