Por María Isabel Rueda
El Tiempo, Bogotá
Septiembre 20 de2009
Carlos Gaviria Díaz muy seguramente ganará la consulta del Polo el próximo domingo. Cuando está en Colombia, porque le fascina viajar invitado por el mundo, es un buen candidato, porque en su empaque de oráculo griego, la gente le come cuento. Lo cual debería alegrarnos mucho a quienes no militamos en la izquierda, porque podría ser el puntillazo final para colocar al borde del descrédito la vocación de gobernar que con su alcaldía le abrió Lucho Garzón a la izquierda colombiana.
A mí personalmente eso no me alegra. Por el contrario, me parece lamentable que la izquierda, que viene de enriquecer el debate político, unidas sus distintas vertientes bajo la sombrilla del Polo, termine estrellada con el candidato equivocado.
A Gaviria lo va a acompañar toda la maquinaria del Moir, fuerza muy sectaria pero con fama de limpia.
Tiene al Partido Comunista, una fuerza también organizada pero no tan limpia: un pequeño sector todavía simpatiza con las Farc. Tiene a toda
Estas fuerzas, unidas en el colmo del pragmatismo, podrían llevar a que el Polo desperdicie a una figura tan interesante como Gustavo Petro. Que no tiene al Moir, ni al Partido Comunista, ni a
Y pienso que Petro ha descubierto que las mayorías no están equivocadas en su apetito de seguridad, en sentirse repugnadas con las Farc y enfurecidas con las amenazas bélicas de Chávez.
Para haber sido amigos de vieja data, me pareció muy valiente y oportuno que Petro hubiera salido a decir que las agresiones del gobierno venezolano contra el presidente Uribe las recibe el país como una agresión al conjunto de la sociedad colombiana. Previamente, y en innumerables ocasiones, ha salido a poner en su puesto a las Farc y no ha dudado en denunciar las prácticas clientelistas y corruptas de la actual administración.
En contraste, las posiciones de Gaviria han sido cuando no correctas pero tremendamente abstractas, como en su rechazo a los métodos violentos de las Farc, aguachentas, como cuando ha pedido pruebas, primero de la masacre de los diputados del Valle -las sigue esperando- y recientemente de todas las cosas espantosas que vienen pasando en la actual administración de Bogotá. Esas pruebas existen, pero él se hace el ciego.
Por preferir a Gaviria, el Polo ya derrotó a Antonio Navarro, al cual dejó ir a buscar horizontes políticos en Nariño, cuyos pastusos hoy son unos verdaderos privilegiados con su gobernación. Ahora está a punto de desperdiciar a Gustavo Petro.
Si yo decidiera participar en la consulta abierta del Polo, preferiría mil veces a un ex guerrillero hoy firme contra la guerrilla, contra el clientelismo y contra la amenaza de Chávez, que a un ex magistrado y profesor que jamás ha tomado un arma, pero al que no le salen sino desmayadas declaraciones contra quienes aún las usan contra el resto de colombianos. Y que exige pruebas sobre la evidente falta de idoneidad moral de quienes probablemente lo van a ungir como candidato.
¡SE ME OLVIDA! ¿Acerca de lo que está ocurriendo en
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