martes, 15 de septiembre de 2009

La feria de las vanidades

Editorial

El Colombiano, Medellín

Septiembre 15 de 2009

Como vamos, vamos mal. Las vanidades están llevando a Colombia a un abismo de polarizaciones y odios. Mientras tanto, los enemigos internos y externos de la democracia se cruzan de brazos esperando a que los colombianos irresponsablemente les allanemos el camino del caos para poder triunfar. ¡No hay derecho! El pueblo merece una mejor dirigencia y una mejor suerte. Y los presidentes, incluidos Pastrana y Uribe, el debido respeto

Ayer en la mañana oímos a los radioescuchas de la cadena básica de RCN manifestarse sobre el editorial que minutos antes debió pronunciar su director de noticias, Juan Gossaín. Pensamos, entonces, que en tono serio y mesurado, como debe ser, Gossaín había criticado el triste desenlace de los diálogos del Caguán durante el gobierno del Presidente Andrés Pastrana.

Esperamos en vano que, como en ocasiones anteriores, lo repetiría para ponernos en contexto a quienes habíamos llegado tarde a la transmisión. Pero no fue así.

El mismo Director dijo que no lo haría y que quien quisiera oírlo podría entrar al correspondiente sitio en internet. No entendimos el porqué. ¡Era tan fácil haberlo hecho! Bastaba hacer un clic y pasar una grabación previa, que, por ley, toda emisora debe guardar, para que a las palabras no se las lleve el viento.

Sólo escuchábamos las opiniones de su audiencia. En su mayoría, exaltadas y polarizadas.

Por lógica y entendible curiosidad buscamos el audio del editorial mencionado. Pero nos sorprendió escuchar una voz exaltada que denotaba un ego aún más exaltado. No nos referimos sólo a lo que decía sino al tonito. Y sentimos una profunda tristeza por el país. Una vez más regresó a nuestra mente la exclamación: Ay país, país, país.

Nadie que tenga un tris de memoria puede ahora salir a decir que defendimos a como diera lugar la continuación de la zona de distensión del Caguán. Todo lo contrario. Pusimos el dedo en la llaga y habríamos querido que el Presidente Pastrana hubiera entendido nuestra posición. Pero lo hicimos, guardando un profundo respeto por el ser humano y su dignidad como Presidente de Colombia.

Este país como que no aprende de su historia y se está volviendo a enfrascar en polarizaciones que le hacen un inmenso daño al ambiente preelectoral y a la democracia. Ya no está sola Piedad Córdoba, tan cercana a Hugo Chávez y Rafael Correa, amenazando con llevar al Presidente Álvaro Uribe a la Corte Penal Internacional, como si fuera un delincuente y terrorista. Ahora está también parte despistada del empresariado criollo. Están los ex Presidentes Ernesto Samper, César Gaviria y su ex Ministro de Defensa, el precandidato liberal Rafael Pardo.

Y somos los periodistas, ¡Qué pena!, quienes estamos sirviendo de idiotas útiles o cajas de resonancia de fuerzas oscuras. ¿Dónde y cuándo olvidamos la ética que conlleva la libertad de prensa? ¿Desde cuándo resolvimos convertirnos en jueces que dictamos sentencia y de un plumazo lesionamos famas y honras? ¿A dónde dejamos la vocación de servicio al bien común? ¿Desde cuándo ser buen periodista se mide por el número de personas e instituciones que se ponen contra la pared?

Como vamos, vamos mal. Las vanidades están llevando a Colombia a un abismo de polarizaciones y odios. Mientras tanto, los enemigos internos y externos de la democracia se cruzan de brazos esperando a que los colombianos irresponsablemente les allanemos el camino del caos para poder triunfar. ¡No hay derecho! El pueblo merece una mejor dirigencia y una mejor suerte. Y los presidentes, incluidos Pastrana y Uribe, el debido respeto.

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