Editorial
El Colombiano, Medellín
Septiembre 15 de 2009
Esperamos en vano que, como en ocasiones anteriores, lo repetiría para ponernos en contexto a quienes habíamos llegado tarde a la transmisión. Pero no fue así.
El mismo Director dijo que no lo haría y que quien quisiera oírlo podría entrar al correspondiente sitio en internet. No entendimos el porqué. ¡Era tan fácil haberlo hecho! Bastaba hacer un clic y pasar una grabación previa, que, por ley, toda emisora debe guardar, para que a las palabras no se las lleve el viento.
Sólo escuchábamos las opiniones de su audiencia. En su mayoría, exaltadas y polarizadas.
Por lógica y entendible curiosidad buscamos el audio del editorial mencionado. Pero nos sorprendió escuchar una voz exaltada que denotaba un ego aún más exaltado. No nos referimos sólo a lo que decía sino al tonito. Y sentimos una profunda tristeza por el país. Una vez más regresó a nuestra mente la exclamación: Ay país, país, país.
Nadie que tenga un tris de memoria puede ahora salir a decir que defendimos a como diera lugar la continuación de la zona de distensión del Caguán. Todo lo contrario. Pusimos el dedo en la llaga y habríamos querido que el Presidente Pastrana hubiera entendido nuestra posición. Pero lo hicimos, guardando un profundo respeto por el ser humano y su dignidad como Presidente de Colombia.
Este país como que no aprende de su historia y se está volviendo a enfrascar en polarizaciones que le hacen un inmenso daño al ambiente preelectoral y a la democracia. Ya no está sola Piedad Córdoba, tan cercana a Hugo Chávez y Rafael Correa, amenazando con llevar al Presidente Álvaro Uribe a
Y somos los periodistas, ¡Qué pena!, quienes estamos sirviendo de idiotas útiles o cajas de resonancia de fuerzas oscuras. ¿Dónde y cuándo olvidamos la ética que conlleva la libertad de prensa? ¿Desde cuándo resolvimos convertirnos en jueces que dictamos sentencia y de un plumazo lesionamos famas y honras? ¿A dónde dejamos la vocación de servicio al bien común? ¿Desde cuándo ser buen periodista se mide por el número de personas e instituciones que se ponen contra la pared?
Como vamos, vamos mal. Las vanidades están llevando a Colombia a un abismo de polarizaciones y odios. Mientras tanto, los enemigos internos y externos de la democracia se cruzan de brazos esperando a que los colombianos irresponsablemente les allanemos el camino del caos para poder triunfar. ¡No hay derecho! El pueblo merece una mejor dirigencia y una mejor suerte. Y los presidentes, incluidos Pastrana y Uribe, el debido respeto.
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