martes, 22 de septiembre de 2009

Memorando a Obama

Por Vicente Torrijos R.

El Nuevo Siglo, Bogotá

Septiembre 22 de 2009


Ante la lamentable situación de opinión pública en la que tan rápidamente ha caído el gobierno norteamericano, surge la tentación de soplarle algunas ideas desde el trópico con el fin de que se recupere en las encuestas y no vaya a quedarse desde ahora por debajo de ese 40 por ciento en el que se situó George W. Bush pero después de 8 años en la Casa Blanca.


Primero que todo, señor Presidente, usted debería darle a los asuntos exteriores la misma importancia que a los domésticos porque es en esta materia en la que más está siendo percibido como un idealista ingenuo y candoroso.


Pensar que con el bonito discurso pronunciado en la Universidad de El Cairo va a conseguir que Irán abandone sus pretensiones nucleares, o que Al Qaeda se reinserte a la vida civil, no resulta convincente.


Recuerde que Ahmadineyad podrá empezar a producir armas nucleares en Navidad, que va a enseñarle a Chávez cómo hacerlo, y que los coreanos del Norte lo van a engatusar a usted con encuentros bilaterales hasta tener listos los misiles con los que podrían golpear a Hawai y California.


Asimismo, los rusos, los chinos, Hamás y Hizbolá van a seguir extendiendo sus tentáculos por donde quiera que usted deje un cabo suelto, verbigracia el Magreb, Bolivia o Venezuela. En ese caso, es fácil caer en la tentación de granjearse la amistad de Chávez, Ortega, Morales o Correa, pero recuerde que ellos tienen un proyecto expansionista irreversible y que no lo necesitan a usted como un aliado sino, todo lo contrario, como aquel enemigo único que logra inflamar con pasmosa rapidez el patriotismo bolivariano.

Del mismo modo, ya es hora de que los cubanos empiecen a tomarlo en serio y no sigan burlándose de su buena voluntad al permitirles el reingreso a la OEA. De hecho, la Familia dueña de la isla sigue sosteniendo que la Organización es ‘el ministerio de las colonias gringas’ y lejos de adelantar reformas democráticas se empeña cada vez más en consolidar su revolución y apadrinar otras, siempre bajo la lógica de combinar todas las formas de lucha.


En ese sentido, ya deje de remorderse la conciencia con lo que pasó en Honduras y en vez de secundar los llamados a la guerra civil y el levantamiento armado del señor Zelaya, procure cuanto antes el restablecimiento de la democracia reconociendo al gobierno que surja de las elecciones libres y transparentes de noviembre.


Presidente Obama, quítese de encima esa imagen de liberal-progresista-y-socialista que se ha venido ganando con el impreciso manejo de la reforma al sistema de salud y al financiero, para agarrar de una vez por todas al toro por los cuernos y darle a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.

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