martes, 22 de septiembre de 2009

Armamentismo vs. Integración

Aurelio Martínez Caníbal

El Nuevo Siglo, Bogotá

Septiembre 22 de 2009


Durante largas décadas, las naciones de Latinoamérica y el Caribe se esforzaron en promover la integración económica regional. La Comunidad Andina de Naciones -CAN, el Mercosur, el Caricom y la conformación del bloque centroamericano, han sido algunos de los proyectos encaminados a lograr la complementación de las economías de esta parte de nuestro hemisferio. Y bien que mal la aproximación de nuestros países, aunque con niveles de desarrollo no homogéneos, permitió que el comercio intrarregional se incrementara y se ampliaron los flujos de capital, para la ejecución de proyectos productivos con inversiones compartidas.


Infortunadamente, los virajes políticos que se han venido registrado en la mayoría de las naciones de nuestra región se ven marcados por un sesgo ideológico, que sustituye la primacía de la integración de nuestras economías por la imposición de un modelo partidista inspirado en teorías totalitarias, que hicieron crisis con la caída del Muro de Berlín. Pero, en una clara expresión de desfase cultural, ahora se pregona el “Socialismo del Siglo XXI”, como la panacea para salir nuestros pueblos del atraso social y económico.

El viraje hacia la izquierda, en algunos casos extrema, aparece ahora acompañado por una desbocada carrera armamentista. Con la excusa de la lucha contra el llamado “imperialismo yanqui”, recientemente denunciado al conocerse la ampliación del acuerdo militar entre los Estados Unidos de América y Colombia, la compra de equipos bélicos y armamento dispara la alarma en la geografía latinoamericana y caribeña. Las cifras son impactantes. De una inversión en armas que en el 2003 totalizó 24.700 millones de dólares se pasó en el 2008 a 47.200 millones de dólares. Y de acuerdo con las adquisiciones anunciadas por los gobiernos de Venezuela, Brasil, Ecuador y Chile, el monto de las erogaciones destinadas a la negociación de equipos y elementos destinados a la guerra llegará a niveles nunca antes imaginados.


El empeño belicista no tiene justificación alguna. ¿Es que algunos de estos gobiernos piensan agredir a sus vecinos? Para la adecuada salvaguarda de la soberanía nacional no se requieren aviones caza Sukhoi, helicópteros de combate, misiles antiaéreos y tanques de asalto, en volúmenes que generan explicables preocupaciones. Y resulta frustrante que los ingentes recursos económicos destinados al armamentismo, no se apliquen a aliviar la situación de pobreza, a veces infrahumana, que golpea a grandes sectores de la población latinoamericana. Ojalá no salte en cualquier momento la chispa de un enfrentamiento armado entre países que, en esta cada vez más incomprensible Iberoamérica, deberían luchar armónicamente para superar el subdesarrollo.

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