Por Charles Krauthemmer
Diario de América, Nueva Cork
Septiembre 18 de 2009
¿Miente? No. Barack Obama no miente. Él es demasiado sutil para eso. Él... bueno, juzgue usted mismo.
A partir de aquí cito tres ejemplos dentro de un solo discurso - el ya célebre discurso del intercambio "miente" Obama-Wilson ante el Congreso sobre la reforma sanitaria - de la relación de Obama con la verdad.
(1) "No voy a aprobar (un plan)", se comprometía solemnemente, "que añada un sólo centavo al déficit, ni ahora ni en el futuro. Punto".
Maravilloso. El presidente parece serio, dispuesto a usar el veto, decidido a mantenerse firme. Hasta que, apunta el economista de Harvard Greg Mankiw, se llega a la oración siguiente misma de Obama: "Y para demostrar que estoy hablando en serio, no habrá ninguna disposición legislativa en este plan que nos obligue a presentar más recortes del gasto si los ahorros que proyectamos no llegan a materializarse".
Este fortalecimiento aparente de la promesa la socava brillante y engañosamente. Lo que propone Obama es que su plan obligue a hacer recortes del gasto si las previsiones actuales color de rosa son desmentidas por la realidad. Pero tales recortes no tienen absolutamente nada de automático. Cada Congreso es soberano. Nada de lo aprobado hoy va a obligar a ningún futuro Congreso ni a ningún presidente futuro a realizar ningún recorte de ningún gasto, sea obligatorio o no.
Basta con examinar los recortes presuntamente automáticos en el programa Medicare que figuran en la fórmula de la Tasa de Crecimiento Sostenible aprobada para limitar el gasto sin control en Medicare. Cada año, desde 2003, el Congreso ha renunciado a los recortes.
Mankiw traduce al lenguaje llano la operación de marketing de Obama. "Traducción: Me comprometo a solucionar el problema. Y si no soluciono el problema hoy, ya lo arreglaré más tarde, o ya lo hará algún futuro presidente mucho tiempo después de haberme ido. Prometo que lo hará. Absolutamente, enfáticamente, me comprometo a que ese futuro presidente solucione el problema. Puede usted contar con ello. ¿Le mentiría yo?"
(2) Y luego está el famoso contratiempo de la protección sanitaria de los inmigrantes ilegales. Obama dijo que no estarían asegurados. Bueno, cada uno de los cuatro proyectos de ley con la aprobación del comité del Congreso permite que los ilegales accedan al Mercado de Compra de Seguros propuesto.
Pero lo que es más importante, el problema reside en que las leyes no garantizan su implementación en sí mismas. Si así fuera, no tendríamos ilegales porque, según tengo entendido, es ilegal entrar en Estados Unidos ilegalmente. Tenemos leyes contra el robo, también. Pero también ponemos los medios para tener policías y cárceles bajo el supuesto de que la mayor parte de los ladrones no se entregan a las fuerzas del orden voluntariamente.
Cuando los Republicanos propusieron obligar a presentar documentos de ciudadanía, los Demócratas tumbaron en dos ocasiones la propuesta en el comité. De hecho, tras el episodio del intercambio "¡mientes!" protagonizado por el Representante Joe Wilson, el Comité de Economía del Senado volvió a examinar la formulación de su proyecto de ley de cara a impedir que los inmigrantes ilegales tuvieran cualquier prestación federal. ¿Por qué iba a arreglar un problema inexistente el Comité de Economía?
(3) Obama dijo que iba a resolver de una vez el problema irresoluble de gasto del Obamacare mediante la eliminación de "cientos de miles de millones de dólares en derroches y fraudes" de Medicare.
Eso no es una mentira. Ni siquiera se considera engaño. Eso es simplemente un insulto a nuestra inteligencia. Despilfarro, fraude y abusos - Meg Greenfield llamó en una ocasión a esta fórmula "la Trinidad del respeto" - como divisa fraudulenta multiusos del ahorro presupuestario viene siendo una broma desde que Jimmy Carter la utilizó por primera vez en 1977.
Por otra parte, si hay medio billón de dólares esperando a ser exprimido indoloramente de Medicare, ¿por qué esperar a la reforma sanitaria? Si, como insiste repetidamente Obama, el despilfarro de Medicare está desbaratando los presupuestos, ¿por qué no ha empezado por los miles de millones en los recortes indoloros del "despilfarro y el fraude"?
Obama no miente. Se limita a omitir de manera selectiva, pasando imperceptiblemente de una afirmación dudosa a otra. Ésta ha sido la historia a lo largo de toda su cruzada sanitaria. Su premisa original era que nuestra presente crisis financiera se origina en el abandono de tres cosas -- energía, educación y sanidad. Este intento transparente de explotar la Ley de Emanuel - una crisis es algo desastroso de desperdiciar - fracasó en el caso de la sanidad porque nadie es lo bastante estúpido para creerse que el colapso financiero del año 2008 estuvo provocado por la ausencia de sanidad universal.
Así que pasamos a la táctica siguiente: la venta de la reforma sanitaria como la cura del déficit. Cuando eso saltó por los aires a causa de la ilustración de los sobrecogedores déficits del Obamacare por parte de la Oficina Presupuestaria del Congreso, Obama intentó una nueva pirueta: la venta de su plan de reforma de los seguros inocuo para la recaudación -- hasta que la inocuidad para la recaudación quedó en evidencia como futuros recortes falsos y derroche y fraudes quiméricos.
Obama no miente. Da a entender, se extravía, se induce a error - de manera tan fluida e incesante que se arriesga a transmutar de elocuencia a mera astucia.
La astucia no fue fatal para "Slick Willie" Clinton porque él tenía un encanto ganador casi irresistible. La imagen de Obama es más fría, distante, imperial. El canalla encantador puede salir impune de interminables engaños; el redentor de los justos no.
© 2009, The Washington Post Writers Group
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