lunes, 21 de septiembre de 2009

Salir de Unasur, ¿sí o no?

Alfonso Monsalve Solórzano

El Mundo, Medellín

Septiembre 20 de 2009

El presidente Uribe descartó hace pocos días la sugerencia del nuevo ministro de defensa, Miguel Silva Luján, de retirarse de Unasur, asumido el hecho de que esa tribuna internacional ha sido utilizada por países como Venezuela, Ecuador y hasta Brasil para poner en la picota pública a Colombia por su alianza militar, vía bases nacionales, bajo control propio, que los Estados Unidos podrán compartir, en el empeño común de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

Una consideración previa sobre la importancia de la alianza y sus alcances. Colombia fue y es víctima del terrorismo –de extrema derecha y de extrema izquierda- y el narcotráfico, actividad ésta que es el corazón de la economía de los grupos que practican el terror como estrategia, verdaderos carteles de tan nefasta actividad. En dichos grupos y dicha economía se encuentra el desafío mayor a la seguridad de la democracia colombiana.

Pero terrorismo y narcotráfico son desafíos transnacionales. Piénsese en Afganistán donde los extremistas islámicos talibanes se financian con cultivos de amapola. Por supuesto, constituyen una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos, y como vemos ahora, a la de México. De hecho, donde llega la simbiosis de grupos narcotraficantes y terroristas, la estabilidad y la seguridad de las naciones se ve afectada.

El primer corolario de este panorama es que si en un país comienzan a asentarse y expandirse este tipo de grupos, en lugar de oponerse a una alianza para combatirlos, debería unirse a ella, porque lo ayudaría a protegerse de semejante amenaza. Si se hace lo contrario, difícilmente se puede argumentar razones de soberanía, porque, frente a amenazas transnacionales que trascienden diferencias ideológicas entre países, soluciones concertadas transnacionales.


Si un país no apoya el narcotráfico ni el terrorismo, no tiene nada que temer frente a una alianza como la de las bases colombianas con Estados Unidos. Pero un país como Venezuela actúa bajo otra lógica: frente a similitudes ideológicas, hay complicidad y apoyo a grupos catalogados en el mundo como terroristas, que además son narcotraficantes. Desde esa perspectiva para ellos la alianza sí constituye una amenaza, pero una que se deriva de que están violando la legalidad internacional, pues sus actividades contra la soberanía colombiana y la de otros países pueden quedar al descubierto. Y usa, además, la denuncia de nuestra alianza como disculpa para armarse hasta los dientes con el objeto manifiesto de expandir su modelo de revolución, cuyo principal objetivo es Colombia. Chávez no necesita dar explicaciones en Unasur porque ya le dijo al mundo a dónde irían a parar sus coheticos. Pero se necesita una infinita dosis de cinismo para criticar a Colombia por prepararse para combatir su amenaza interna, sin meterse en una carrera armamentista.

Un caso distinto es el de Brasil. Es un gigante que está aprendiendo a ser potencia. Lula es un hombre sensato, pero Amorín, su canciller, no puede ocultar su simpatía con Venezuela y su tufillo imperial, que consiste en pedirle explicaciones a los demás pero no dar explicaciones de las suyas. Sistémicamente hablando, la alianza militar brasileña con Francia tiene como objeto asegurar la superioridad militar que necesita para afirmar su liderazgo en la subregión. Tiene derecho a ello, pero ¿por qué no se calla, como diría el rey de España, frente a nuestras medidas, hechas no para ser potencia de nada sino para sobrevivir como nación democrática?


Si este tipo de actitudes continúan, la permanencia en Unasur carece de sentido. O todos en el suelo o todos en la cama. Una organización pensada contra los intereses estratégicos de Colombia será siempre una piedra en el zapato. O se fijan reglas de juego claras o sería preferible retirase de esa organización.

No puedo terminar sin reseñar que la alianza militar con Estados Unidos es un asunto de sobrevivencia. Pero qué mal aliado es. Nos ha dejado solos defendiendo un tratado que también les pertenece. Pero como dijo alguien hace mucho tiempo, tenemos que arriar con las mulas que tenemos.

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