domingo, 13 de septiembre de 2009

Prohibido que coman coco

Por María Isabel Rueda

El Tiempo, Bogotá

Septiembre 13 de 2009


Según el ex vice presidente Humberto de la Calle, en Colombia nos ha pasado algo insólito: el centro de decisiones de la democracia se trasladó del Congreso a las Cortes.

Es así como la Corte Constitucional tiene en estos instantes, y créanme que no exagero, la llave del Ejecutivo. Dependiendo de cómo la use, permitirá o no que el próximo Presidente de Colombia pueda volver a ser Álvaro Uribe Vélez.

A la Corte andan pidiéndole "que vote con independencia y que no se deje presionar". Con lo que, en otras palabras, le mandan a decir que, si no tumba el referendo por inconstitucional, quedará como una Corte de bolsillo del Presidente.

Algunos medios han llegado incluso a encasillar a los magistrados por sus votaciones pasadas en una especie de "proclivómetro": a los que alguna vez han votado sentencias constitucionales en pro de las políticas del Gobierno los encasillan como proclives a pasar el referendo. Y como proclives a votarlo en contra si en decisiones anteriores no han favorecido los intereses gubernamentales.

Según la revista Semana, entre los primeros estarían los magistrados Henao, Vargas, Palacio Mendoza, Sierra y hasta la magistrada Calle, a la que, a pesar de su abstinente carrera judicial, califican de "revelación, porque ha demostrado criterio liberal en sus argumentos". ¿Perderá su título de "revelación" si vota a favor del referendo? A Pinilla, González y Pretelt los declaran, en cambio, de corte conservador. Si votan contra el referendo, ¿los liberarán de esa pecaminosa clasificación?

Lo que a estos magistrados les espera no será ni muchísimo menos una tarea fácil. Para comenzar, tendrán que decidir si se ocupan únicamente de los vicios de trámite o si harán una revisión a fondo del referendo. Prácticamente ninguno de esta tercera generación de magistrados participó en el fallo de la Corte anterior, que declaró constitucional la primera reelección del Presidente por considerar que, por una sola vez, ella no sustituía la esencia de la Constitución. ¿Será que una segunda reelección consecutiva sí constituye un cambio del sistema constitucional actual?

También pesará en la sentencia que la primera reelección de Uribe tuvo origen parlamentario y esta segunda, popular. Cuando el magistrado Nilson Pinilla se atrevió a plantear esa evidente diferencia, quién dijo miedo: le cayeron con la acusación de que había prejuzgado.

La Corte tendrá que examinar si el texto de un referendo de origen popular es intangible e inalterable por parte del Congreso, por lo que sería inconstitucional haber sustituido la redacción original, que hablaba del 2014 y no del 2010. Todo lo anterior, amén de los vicios de trámite que supuestamente acompañaron su recolección de firmas, su financiación y su proceso parlamentario.

Pero la farisaica manera de presionarlos para que no se dejen presionar ha llegado al punto de que algunos analistas hasta les tienen prohibido a los magistrados que acepten cualquier invitación del presidente Uribe, incluida la de comer arroz con coco en la Casa de Huéspedes Ilustres, de Cartagena, para acatar un acto social interinstitucional. Quienes lo hayan hecho o lo hagan en el futuro, ¡zas! Quedan condenados a aprobar el referendo, como si fueran comprables con un plato de lentejas.

Propongo que nos serenemos y dejemos que la Corte haga su tarea. Quienes han llegado a tan alta dignidad tienen el derecho mínimo de que se presuma que votarán a conciencia, acorde con su compromiso como guardianes de la Constitución.

Que los magistrados coman todo el coco que quieran, sin que ello los haga sospechosos de proclividades.

¡SE ME OLVIDA! Si haber repartido cocaína durante la presentación de una artista cubana en la Universidad Nacional fue un acto de protesta o 'coc-art', que le llaman, nos quedamos sin saber si la protesta era en contra o a favor de la coca.

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