domingo, 13 de septiembre de 2009

El tinto frío

Por Salud Hernández Mora

El Tiempo, Bogotá

Septiembre 13 de 2009


Sugiero hacer una colecta y reunir los 150.000 pesos que necesita Robert Alexánder López para recobrar su libertad, cantidad que su abogado dice que no tiene. Así contribuiremos, como ciudadanos responsables, a que se cumpla la ley. Al pobre hombre le vencieron los términos en esa perenne discusión entre tribunales de si te toca a vos el caso o me toca a mí. Puesto que sólo había asesinado de forma despiadada a una joven psicóloga y luego descuartizado su cadáver para ocultarlo, el juez pensó que lo correcto era devolver a las calles al apacible sujeto, tras nueve meses en prisión, a cambio de la multa antes citada.

También deberíamos promover otra para recoger los 150 millones que el futbolista Javier Flórez acordó pagar a la familia del hombre que mató a bala. Un juez acordó cambiar plata por justicia, decisión aleccionadora en un país que cada fin de semana registra decenas de muertes causadas por las peleas y el alcohol, al margen de la violencia que generan las barras bravas. Gracias a la magnanimidad del magistrado, Flórez sólo cumplió tres meses de cárcel por acabar con un padre de familia autor, eso sí, del execrable delito de reírse de su mala actuación en un partido.

Creo que podremos ahorrarnos el dinero para ayudar al bueno de Ramiro Balbuena, miliciano que llevaba las pruebas de vida de los oficiales secuestrados y que una bendita jueza de garantías soltó alegando algo oscuro sobre su captura. No sé si fue que el tinto que pidió se lo llevaron frío los malvados del CTI o que tenía dulce y a él le gusta amargo, el caso es que el detenido se quejó y con buen criterio la señora lo soltó. Supongo que sus colegas de las Farc podrán colaborarle.

Leo que en marzo de este año dos adolescentes aparecieron desmembradas en una caneca. Los vecinos alertaron a unos policías por los nauseabundos olores que despedía el apartamento donde estaban. Los agentes acudieron y se toparon con dos individuos, uno de los cuales intentó fugarse. El juez dejó en libertad a ambos sospechosos a las pocas horas por detención ilegal. Los uniformados no tenían una orden judicial.

Y hace unos meses, en una emisora de radio, escuché la amarga queja de unos ciudadanos que detuvieron in fraganti a una banda de peligrosos ladrones. Estupefactos e indignados, fueron testigos de cómo una jueza los soltaba porque no consideró correcta la detención.

Sería conveniente que los jueces comprendieran que la sociedad necesita que los criminales paguen por lo que hacen, aunque eso no devuelva la vida a sus víctimas, y que les dejen muchos años a buen recaudo para sentir que la Justicia funciona y la seguridad ciudadana es un valor que tienen en cuenta. A veces da la impresión de que los magistrados viven en una burbuja y compiten en una carrera de esnobismo jurídico para ver cuál de ellos se ajusta mejor al pernicioso y pusilánime criterio de que no hay que castigar con dureza a los malhechores, despreciando el dolor que provocan, ni dictar sentencias ejemplarizantes ni aislarlos de la sociedad. Que cualquier vericueto jurídico que los beneficie hay que aplicárselo con todo el rigor.

No somos los únicos que contamos con jueces sensibles a los derechos de los delincuentes y alejados del sentir general. En agosto, Francia extraditó a España a una terrorista de Eta. El juez español le concedió la libertad con la condición de presentarse al juzgado cada quince días. Adivinen qué pasó.

NOTA. Se equivoca Juanes al cantar, junto con algunos lacayos del régimen castrista y con tres españoles irrelevantes, en la plaza habanera, símbolo por excelencia de una dictadura que encarcela y manda al exilio a artistas y escritores disidentes. ¿Por qué no organizó un concierto por la libertad? Eso sería valiente y solidario. Lo de la paz en un país sin guerra suena a lenguaje hueco de reina de belleza. Y a juego de incautos, que los dos tiranos sabrán capitalizar.

No hay comentarios: