Por José Obdulio Gaviria
El Tiempo, Bogotá
Septiembre 16 de 2009
Tuve un pésimo profesor de química, a quien los experimentos le salían chuecos y las maldingas probetas se empeñaban en hacerlo quedar mal. Algún duendecillo burlón gozaba mamándole gallo. "Miren -nos decía al hacer sus mezclas- cómo obtendremos tal producto de coloración verde como la esperanza". Para consternación de algunos alumnos, y risa de los más, ¡zas!, aparecía era un rojo chillón, o un negro premonitorio, o cualquier otra cosa.
"¿Por qué no nos creen?", gritan histéricas dos revistas desde sus carátulas, y corean, desesperados, ciertos columnistas. ¿Cómo quieren que les crean tanta bobada? Deben darse por bien servidos si todavía les compran la basura conceptual que emiten o, mejor, vomitan, día a día. Como a mi profesor de química, todas sus predicciones 'expertísimas' les salen al revés, no aciertan media.
Los tipos se autoproclaman sabios e incomprendidos: "Uribe desprecia a los medios, no les para bolas a los análisis de expertos, a los editoriales o a las opiniones de los columnistas", lamenta, quejumbrosa, Marisabidilla.
Dejen de llorar y entren, más bien, al debate sobre las palabras y los hechos del Presidente. ¡Qué bueno que lo confrontaran conceptualmente! Conociendo a los tales 'expertos', creo que es pedir peras al olmo. Al contrario de lo que sí hace Uribe a diario, ellos ni estudian ni leen ni trabajan. Garrapatean a las carreras cualquier cosa a la que dan el nombre de columna; preguntan majaderías en entrevistas, y comentan, a veces con irresponsabilidad suma, sobre un sartal de chismes (su menú consuetudinario, junto con whisky abundante y carne bien adobada) o sobre apuntes abandonados en manteles ajenos.
Pongamos el caso del director de Cambio, líder actual de la bigornia. ¿Alguien, que lo conozca, lo creería capaz de contestar en su revista el discurso del presidente Uribe en la conmemoración de los 90 años del diario Vanguardia Liberal? Eso le queda muy grande; son materias muy gruesas las que trató el Presidente ante una audiencia embelesada (pregúntenle al director de Vanguardia, a ver si exagero).
¿Por qué no dejan de quejarse de que Uribe ha convertido a las mayorías en su "fuente sagrada de poder" y, más bien, impulsan, con sus sabios colegas, una nueva mayoría? Así es como se hace la política. No destruyendo honras y demeritando logros.
El problema real, creo yo, es por qué la bigornia controla hoy las páginas de opinión, siendo que las mejores plumas de Colombia son uribistas o hacen una oposición moderada. ¿Por qué, para hablar de EL TIEMPO de ayer, por ejemplo, una señora cuya sabiduría es repetir agravios, tiene espacio preferencial semanal, mientras que Saúl Hernández, un analista que roza la genialidad, sólo merece espacio marginal y quincenal?
¿Qué estamos haciendo nosotros, los brutos, para tener más presencia en los medios? Ese es el problema. No es que los "sabios" están contra Uribe. La mayoría de los verdaderos sabios no están publicando, y los que están quedan opacados por los columnistas histéricos que hasta amenazan hacer denunciar ante
¡Adelante, Presidente! Anteriores gobiernos traicionaron al público y se ganaron sus rechiflas. Usted, por no dejarse llevar a hacer las bobadas que le aconsejan sus críticos, fue elegido, reelegido y la gente se muere de ganas por trielegirlo. Si por sus críticos fuera, Colombia estaría condenada a vivir en un Caguán perpetuo.
¡Que nos digan brutos a la mayoría! No puede ser que toda la gente de verdad, la que se enfrenta a los problemas reales, esté equivocada. Y mantengamos la calma. Paciencia, señoras que respondieron en el programa matinal de J. Mario. Les dijeron: ¿qué es lo que más rabia les hace dar? ¿Saben qué? Que les hablen mal del Presidente.
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