martes, 15 de septiembre de 2009

Se vive mejor, pero falta

Editorial

La Patria, Manizales

Septiembre 15 de 2009



Si bien resulta importante tener en cuenta los resultados de esta encuesta de calidad de vida, resultaría muy ilustrativo poder conocer en más detalle lo que sucede en cada uno de los departamentos que componen la llamada zona centro.

Los resultados de la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) 2008 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) que por estos días se han revelado al público dejan ver una destacada evolución de lo que la gente del centro del país, pero ante todo la de la zona cafetera, considera como mejoramiento de sus condiciones de desempeño y bienestar familiar en los últimos cinco años.


Así lo evidencia el crecimiento del 10,1% de los grupos familiares que del 2003 (34,7%) al 2008 (45,1%) indicaron que viven mejor, todo porque a diferencia de hace cinco años hoy existen más individuos que con los ingresos económicos que tienen alcanzan a cubrir sus gastos mínimos.


Aunque este tema se explica en gran medida en un sinnúmero de variables estadísticas y porcentuales recogidas en este quinquenio, que además corresponden a políticas adoptadas en el gobierno del presidente Álvaro Uribe, vale la pena analizar con detenimiento si ello está asociado exclusivamente a una percepción de seguridad, pues se da justo en el tiempo en que hubo más avances frente a los grupos armados ilegales los cuales se habían expandido por nuestro territorio acabando con esperanzas de desarrollo y libertad.


Otro asunto de los que incide de manera positiva en este factor de análisis es la existencia de un mayor porcentaje de familias que con lo que ganan alcanzan a cubrir sus gastos mínimos, razón por la cual no se consideran ni se sienten pobres, pues tienen acceso a servicios públicos, educación, seguridad social (hay una alta cobertura del Sisbén), poseen más bienes y gozan de la telefonía celular, que sin ser factor determinante parece aportar ligeramente a un mejor estatus de vida.


Hay otro elemento que puede considerarse dentro de los resultados de la ECV y que influyó positivamente si se compara con la recesión económica que golpeó al mundo y muy especialmente a Colombia, es que fue en el último año cuando se presentó la crisis con lo cual se cayeron las proyecciones, el ahorro y el consumo pues la gente tuvo que apretarse, cuando no fue que dejó de consumir porque se quedó sin trabajo.


Resulta válido analizar, también, si lo que pasa en nuestro territorio tiene que ver con la forma como el gobierno ha influido en los últimos años a partir de la recuperación de la seguridad (casi se acabó por completo con los frentes de las Farc, el 47 y el Aurelio Rodríguez, y con los paramilitares) y la entrega de miles de subsidios para familias pobres a partir del programa de Familias en Acción.


Si bien resulta importante tener en cuenta los resultados de esta encuesta de calidad de vida por todos los factores antes anotados, resultaría muy ilustrativo poder conocer en más detalle lo que sucede en cada uno de los departamentos que componen la llamada zona centro, pues puede que exista cierta homogeneidad derivada de la cercanía geográfica, pero hay muchos factores económicos que diferencian a los departamentos que componen esta región del país.


Por otra parte, salta a la vista la enorme diferencia que se mantiene entre los cascos urbanos y las zonas rurales en cuanto al nivel de vida observado, siendo el campo el eterno olvidado y donde los indicadores de calidad de vida presentan registros más bajos. Allí urge que el Estado, sea a través de los municipios, los departamentos o el gobierno central, revise la atención y coberturas que está ofreciendo para disminuir la brecha entre quienes viven en las ciudades y en el campo.


Finalmente, la crisis económica mundial del último año no se refleja muy claramente en la medición ya que lo más complicado ha sido lo sucedido en este año. Sin embargo, a pesar de las circunstancias negativas, que se manifiestan primordialmente en el temor de la gente de perder el empleo y la dificultad de conseguirlo para quienes no lo tienen, hay un grado de optimismo entre las personas encuestadas que permite acompañar ese sentimiento en las expectativas hacia el futuro. Bien es sabido que la economía se mueve por percepciones, y en ese sentido la mayoría es positiva frente al porvenir.
Esperemos que así sea.

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