lunes, 21 de septiembre de 2009

Soledad de vieja data

Por Marcos Peckel

El País, Cali

Septiembre 21 de 2009

Los grafiti en las calles de Buenos Aires eran elocuentes: “Colombia Caín de América”. Estos aparecieron en 1982 como consecuencia del rechazo del gobierno de Julio César Turbay a la ocupación militar argentina del archipiélago de las Malvinas.

Como en aquel episodio, son varias las ocasiones en la historia que Colombia ha estado del lado opuesto a la mayoría de los países del continente en asuntos de política exterior y seguridad nacional.

De 1950 a 1953, durante la guerra de Corea, Colombia, bajo el gobierno de Laureano Gómez, fue el único país latinoamericano que hizo parte del contingente de la ONU, liderado por los Estados Unidos que luchó contra la invasión comunista de la península dividida al final de la guerra entre en el Norte y el Sur.

Posteriormente, en 1979, con la firma de los acuerdos de paz de Camp David entre Egipto e Israel y la negativa de la ONU a enviar cascos azules a supervisarlos, los Estados Unidos, arquitectos de estos acuerdos, solicitan una vez más a Colombia hacer parte del contingente de observación en el Sinaí.

Eventos que revelan la relación especial que por décadas ha existido entre Colombia y Estados Unidos, estrechada mucho más por los problemas de narcotráfico y guerrilla. Ya el plan Colombia iniciado en la administración Pastrana había suscitado suspicacia entre países de la región.

Cuando se fundó Unasur, hace poco más de un año, Colombia rehusó, al comienzo, a hacer parte del consejo de defensa de esta etérea organización que adolece de objetivos y prioridades.

La reciente cumbre de Unasur, en Bariloche, y la reunión de cancilleres y ministros de defensa, en Quito, demostraron una vez más la distancia que separa a Colombia de sus vecinos del continente. Mientras Colombia estaba en el banquillo en Quito, Chávez giraba los cheques para los misiles, tanques y aviones que está adquiriendo en Rusia y cuyo único posible objetivo es Colombia. ¿O adónde es que va a lanzar el teniente coronel los ‘coheticos’ de 300 kilómetros de alcance que anunciaba tan jocosamente por la televisión? O ¿adónde va a enviar los tanques rusos M72?

Estos temas a Unasur no le parecieron importantes para incluir en la agenda.

Colombia, en su lucha contra la droga y los grupos armados ilegales, no ha contado con ninguna colaboración de sus ‘hermanos’ suramericanos y la única ayuda ha llegado de los Estados Unidos, gracias a la cual en los últimos años se le ha dado certeros golpes a la guerrilla y al narcotráfico. Ya si la guerra contra las drogas en su modelo actual ha dado resultado o no, es otra discusión.

Sin embargo, la unidad suramericana es una quimera por lo cual mal podría decirse que Colombia está sola. Están solos todos. Está solo el pueblo venezolano al que se le están recortando de manera impune sus libertades democráticas. Está solo Brasil que busca labrarse una posición de liderazgo sin lograrlo. Está sola Bolivia en conflicto con Perú, y Chile por la salida al mar. Están solos los Kirchner en su lucha contra Clarín, y Uruguay con sus papeleras. Y está a la deriva Unasur cuyos realitis televisivos sólo han servido para que los presidentes de esta atribulada región evadan los graves problemas internos que los aquejan.

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