Por Aurelio Martinez Canabal
El Universal, Cartagena
Septiembre 2 de 2009
Se debe destacar el buen suceso de la diplomacia utilizada por el presidente Uribe Vélez, al entrevistarse previamente con varios de los jefes de gobierno de la región. Esas gestiones se complementaron con la cuidadosa preparación de las intervenciones del Primer Mandatario en la importante cita. ¿Cuáles fueron los logros obtenidos en esta oportunidad? Objetivamente hay que relacionar los objetivos alcanzados. En primer lugar, no hubo condena al acuerdo de cooperación militar entre los Estados Unidos de América y Colombia. Utilizando las mejores herramientas diplomáticas, quedó en manos de los Ministros de Relaciones y Defensa de los miembros de Unasur la revisión del alcance de lo acordado entre nuestro gobierno y las autoridades norteamericanas.
El repudio de Unasur al terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de armas y a la acción de los grupos armados al margen de la ley, consignado en la declaración final de esta cumbre, son puntos a favor del país. Como lo es la débil mención incluida sobre los acuerdos de colaboración militar, al quedar referidos a los marcos generales de Naciones Unidas y Unasur. Como acertadamente lo definiera el ex canciller Augusto Ramírez Ocampo, un clásico “saludo a la bandera”. El recuento que hizo el jefe del gobierno colombiano, de muchas de las atrocidades cometidas por los terroristas de todas las pelambres en nuestro país, y la denuncia del apoyo de gobiernos vecinos a tales agrupaciones armadas, contribuyeron al clima de manejo respetuoso por los mandatarios que sistemáticamente intervienen con vehemente locuacidad contra los intereses colombianos.
La lección que sí se desprende de todo lo anterior es la soledad de Colombia en estas batallas. No se cuenta con el compromiso solidario de los vecinos de esta parte del hemisferio. De ahí que quiera resaltar la oportunidad y conveniencia de una expresión pública ciudadana, similar a las que ya se han dado contra el secuestro y el terrorismo, como me lo sugiriera una persona cercana a mis afectos. Al salir a calles y plazas, le estaríamos demostrando a la comunidad internacional la unidad del pueblo colombiano, en la defensa de la soberanía y el pundonor nacionales.
Ahora procede una diplomacia eficaz y oportuna. Recientes señales del ejecutivo ecuatoriano permiten ser razonablemente optimistas en cuanto a la regularización de las relaciones políticas y comerciales entre nuestras dos naciones. Situación diferente la de Venezuela. Al respecto se requerirán dos cosas: que por lo menos el empresariado colombiano manifieste que el chantaje de la amenaza del cierre del mercado venezolano no va a continuar, lo que estará acompañado por una diligente promoción de venta de productos colombianos a países amigos como México y Perú, sumada a la exploración de los mercados insulares del Caribe.
*Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos.
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