Rocío Vélez de Piedrahíta
El Colombiano, Medellín
Junio 19 de 2009
El profesor Yunus, Economista indio, musulmán, estudió Ciencias Económicas en Nueva Delhi, amplió estudios en varias universidades de Estados Unidos. Retornó a su país en 1972 para dirigir el departamento de Economía de la Universidad de Chittagong, poco después de que Bangladesh obtuviese la independencia, cuando tenía la densidad de población más alta del planeta -más de ciento treinta millones de habitantes-, una renta per cápita de las más bajas del mundo y gran parte de la población en la pobreza.
Bangladesh creyó que la independencia le permitiría ¡por fin! progresar; pero en lugar de mejorar, la situación empeoró y enfrentaron una terrible hambruna.
Yunus se sentía incómodo explicando a los alumnos, elegantes teorías para resolver problemas económicos ajenos a la realidad de la vida en Bangladesh y, al salir del aula, ver personas muriéndose de hambre. Recorriendo barrios y pueblos vio cuánto sufría la gente por carecer de una cantidad pequeñísima de dinero. ¿Si pudiera proporcionarles un poco de dinero? Hizo una lista de 42 personas: ¿cuánto necesitaban? 27 dólares. Dio los 27 dólares a esas 42 personas, les dijo devolvieran el dinero cuando pudieran.
Acudió a un banco con la sugerencia de prestarles dinero a los pobres. El director quedó estupefacto: "Es imposible. No se puede hacer".
Por principio, no podía prestar dinero a personas insolventes, algo extraño porque los solventes no necesitan préstamos. Todos los bancos dijeron lo mismo.
Entonces se ofreció como avalista, dispuesto a correr el riesgo. Vacilaron más de 3 meses y le advirtieron que el dinero no iba a volver: volvió hasta el último penique: funcionaba? En el Ministerio de Hacienda de Bangladesh tenían muchos problemas para meterse en bancos para pobres y en una propuesta más absurda aún: prestarles a las mujeres. Si una mujer pedía un préstamo -algo impensable- el director le preguntaba: "¿Lo ha hablado con su marido?" sí; "¿Apoya él su proyecto?"; sí; "entonces traiga a su marido para hablar del proyecto". Entonces? ¿por qué no crear su propio banco para los pobres?
Pronto se vio que el dinero prestado a las mujeres se traducía en muchísimo más beneficio para la familia que la misma cantidad en manos de los hombres, y eso en todos los casos. "Hoy día el 95% de nuestros prestatarios son mujeres.
Se llegó a la conclusión de que era mucho más seguro prestar dinero a la mujer que al marido"; la madre maneja el dinero con muchísimo cuidado, lo que sorprende es que, según el profesor Yunus, tiene una visión a más largo plazo; quiere abandonar la pobreza, la miseria y la indignidad de vivir en la pobreza.
El banco tiene hoy 13.000 empleados y tres millones y medio de prestatarios y le ha merecido infinidad de distinciones, incluyendo el premio Nobel de la Paz en 2006.
En el Congreso mencionado, el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo anunció la creación de Grameen Aval Colombia, entidad sin ánimo de lucro, que ofrecerá microcréditos para creación de pequeños negocios destinados a la población colombiana más necesitada y operará bajo el método y las bases del Grameen Bank.
Se calcula que cerca de 15.000 colombianos se beneficiarán en el primer año de funcionamiento. Dijo el señor Sarmiento: "Queremos abrir oportunidades concretas de trabajo y progreso para miles de familias que hoy viven en condiciones de pobreza".
Los mejores deseos para que el plan sea todo un éxito y al señor Sarmiento felicitaciones por emprender semejante faena.
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