Manuel Guzmán Hennessey
El Tiempo, Bogotá
Junio 19 de 2009
Ha empezado a girar el molino de viento de Bella Center, en Copenhague, donde se llevará a cabo, en diciembre, la cumbre mundial de cambio climático. Su misión es la de proveer buena parte de la energía que se consumirá durante la crucial cita del clima. Pero no sólo el molino gira en la hermosa capital danesa, pues el ambiente que se vive alrededor de los preparativos de la COP 15 ha situado al calentamiento progresivo del Planeta en el centro de atención del mundo. ¿Se cumplirán las expectativas de quienes esperan un nuevo protocolo climático que reemplace al de Kioto? ¿Aumentarán los países más desarrollados del Planeta sus compromisos de reducción de emisiones de carbono? ¿Logrará la civilización detener el peligroso camino que ha emprendido hacia la consolidación de una temperatura planetaria no propicia para la vida?
Todo parece indicar que la respuesta para estas tres preguntas es no. Por eso, las organizaciones de la sociedad civil, reunidas la semana pasada en Bonn, les han pedido a los líderes del mundo "compromisos concretos" y han señalado que el camino de las negociaciones avanza muy lentamente hacia la hora final de Copenhague. Faltan aún dos reuniones preparatorias, en Bangkok y en Barcelona. Pero el tiempo parece correr más velozmente que las pesadas burocracias oficiales. Así lo ratificó una vez más, en esta ciudad, otro grupo de científicos hace unas pocas semanas. Hombres de la talla de James Hansen, Nicholas Stern, John Asthon y Rajendra Pachauri repasaron las evidencias globales del problema e instaron a los gobernantes sobre la urgencia de diseñar acuerdos efectivos.
También en la isla de Roskilde, a pocos kilómetros de Copenhague, giran los molinos del Laboratorio Nacional de Riso, el más ambicioso proyecto de investigación sobre nuevas energías, que curiosamente empezó en los sesenta como un centro de energía nuclear. La comuna de Cristiania, y otras más, que han acogido un modo de vida basado en el bajo consumo de bienes y servicios, le señalan al mundo que tal vez la solución del problema del clima no provendrá de los grandes acuerdos de los gobernantes, sino de las pequeñas acciones de los ciudadanos, cuando cambiemos definitivamente el modelo y entendamos que existen formas alternativas de desarrollo, no necesariamente ligadas a los conceptos de crecimiento económico y ese constructo semántico que aún se llama "desarrollo sostenible".
De mostrarnos todo ello, pero además, que otra manera de vivir en las ciudades es posible, se encargan también, en Copenhague, los alegres desfiles de ciudadanos que han adoptado las bicicletas como su medio de transporte preferido.
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