viernes, 19 de junio de 2009

La oposición sufre del síndrome Uribe

Por Raúl Lombana Hernández

Eltiempo.com, Bogotá

Junio 19 de 2009


Los miembros de la oposición colombiana cada día que pasa evidencian un desgaste tanto en lo político como en lo personal. Sin lugar a dudas, la acogida que ha tenido el presidente Uribe en el pueblo colombiano desde que asumió la presidencia de la república lleva a que los contradictores del mandatario hayan dejado de serlo para convertirse ahora en simples detractores. Desde la campaña para el primer periodo presidencial, Álvaro Uribe Vélez ha despertado en sus antagonistas políticos un frenesí. La confrontación política que debe darse en toda democracia moderna, los miembros de la oposición, la han convertido en una guerra personal.

Este bonche, conformado por un grupo minúsculo de colombianos, durante los últimos 7 años ha sufrido el síndrome Uribe. Pareciera que sus vidas sólo giraran en torno a atacar al presidente. Inclusive, hasta en sus sueños deben tener pesadillas producidas por los avances que ha tenido el país en todos los frentes. Los celos los carcomen.

Ese bonche no ha podido superar con dignidad los logros de la administración Uribe. Se resisten a creer que Colombia ha mejorado ostensiblemente a pesar de las vicisitudes mundiales.

Hoy, los integrantes de la oposición colombiana acusan una patología que se les volvió crónica. Ya no ocultan el rencor y la envidia que sienten hacia el mandatario. El pueblo colombiano desde hace rato se ha dado cuenta que en realidad los opositores colombianos no son más que una partida de resentidos por la orfandad de poder en que andan sumidos. El rechazo del colombiano del común a las posturas enfermizas que ha asumido la oposición es evidente. El respaldo irrestricto del pueblo hacia el mandatario es una forma directa de responderle a los personajes que en el pasado le hicieron daño a la sociedad y que hoy quieren posar de dignos y preocupados por la situación del país.

Por mucho que intenten hacerle creer al pueblo colombiano que Uribe es la reencarnación del mal, no podrán borrar de la memoria de los colombianos los aciagos momentos en que vivió sumida la nación.

Por mucho que intenten hacerle creer al pueblo colombiano que Uribe es la reencarnación del mal, no podrán borrar de la memoria de los colombianos cómo era la Colombia antes de Uribe.

Por mucho que intenten hacerle creer al pueblo colombiano que Uribe es la reencarnación del mal, no podrán borrar de la memoria de los colombianos quiénes son los enemigos de Colombia.

Hoy, la oposición, por causa del delirio producido por el síndrome que padece, pretende endilgarle la responsabilidad al presidente por todo lo malo que ocurre en el país. Mientras mueven cielo y tierra para quitarle la presión de las Fuerzas Armadas a los grupos terroristas, causantes del dolor del pueblo colombiano, quieren hacerle creer al país y al mundo que Uribe es el malo.

No es descabellado ni fantasioso reflexionar sobre lo anterior. En el país hay personajes conocidos en demasía por la opinión pública que no ocultan el rencor hacia el mandatario.

Estos personajes por cuenta de Uribe ya no tienen vida propia.

Estos personajes por cuenta de Uribe sufren de trastornos emocionales.

Estos personajes por cuenta de Uribe las agendas de sus vidas se han supeditado a lo que haga o deje de hacer el mandatario.

El triste espectáculo en que han caído los enemigos del presidente produce ludibrio en el pueblo colombiano. Ver la manera cómo estos personajes no escatiman esfuerzos para agredir no sólo al mandatario sino también a su núcleo familiar, para satisfacer sus deseos de venganza, es abominable.

Ver a personajes como el senador Robledo dedicando tiempo y recursos pagados por el pueblo colombiano para elaborar unos pasquines en donde descaradamente pretende hacer creer que las actividades empresariales de los hijos de Uribe son delictuosas por el simple hecho de ser hijos del presidente es repudiable. Este personaje al cual muchos colombianos le conocen su cercanía con el grupo terrorista de las FARC, y que hoy es investigado por los nexos con esa estructura criminal, no tiene autoridad moral para atentar en contra de colombianos que hacen patria invirtiendo en nuestro país y generando empleo.

Después de todo lo anterior, hoy algunos autodenominados intelectuales todavía se preguntan cuáles son los motivos que llevan al pueblo colombiano a respaldar al mandatario. En sus acostumbradas elucubraciones tratan de explicar el "teflón" que tiene el presidente.

Desconocer los logros de esta administración en todos los frentes y tratar de satanizar a Uribe por todo lo malo que pasa en el país ya no es normal, eso parece cosa de dementes. Así quisiera pensar el pueblo colombiano, que todo es cosa de locos; pero no, parece que el interés de los enemigos de Uribe es cobrar venganza por los golpes que éste le ha propinado a la estructura terrorista de la FARC, a la cual tiene en estado terminal.

Hoy, el colombiano del común no entiende de otra manera las posiciones obcecadas y obtusas de este bonche, el cual se ha convertido en el hazmerreír del pueblo colombiano.

Verlos desvariando y apelando a cualquier espécimen sobre la faz de la tierra colombiana para tratar de destruir al presidente produce risa estruendosa.

Verlos fraguando alianzas con cuanto malandrín hay en Colombia para tratar de enlodar al presidente en actos delictuosos produce carcajada.

Verlos desencajados y vociferando en los medios de comunicación tratando de engañar al pueblo colombiano produce risotadas.

El espectáculo de circo que hoy produce la oposición colombiana es digno de los mejores payasos del mundo.

Mientras se acercan, el presidente y su equipo de gobierno semanalmente, a las otrora comunidades abandonadas del país para llevarles soluciones reales a sus necesidades, los integrantes del ala política y propagandistica de las FARC gastan recursos del pueblo colombiano para torpedear esas iniciativas.

Por último, el trámite del referendo es una prueba fehaciente de lo reflexionado anteriormente. La enconada con que los enemigos del presidente Uribe y del pueblo colombiano que lo respalda tratan de hundir a cualquier precio la voluntad legitima de la sociedad colombiana es criminal. Ver a personajes tan disimiles aglutinados en una causa en contra del deseo popular es atentatorio de la convivencia pacífica de los colombianos.

La ñapa: ¿Qué tal que los seguidores del presidente Uribe salieran a las calles a protestar en contra de los enemigos del pueblo colombiano?

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