Ricardo Eastman De La cuesta
Junio 16 de 2009
El problema empieza en la escuela. Los maestros no enseñan comprensión lectora porque no la tienen. Quien desde niño no lee, le queda casi imposible un desempeño de alto rendimiento.
Está claro, sin investigación y desarrollo es imposible avanzar. El gobierno hace esfuerzos por aumentar su financiación, pero el recorrido es largo. En este año el presupuesto de Colciencias representa el 0,1% del PIB – de un pibcito comparado con el norteamericano – cuando allá llegan hasta el 6% del PIB más los US$100.000 millones que asignó el gobierno Obama para desarrollo de nuevas fuentes energéticas.
Sólo en Estados Unidos, los chinos tienen más de 100.000 de sus ciudadanos cursando doctorados en ciencias y tecnología, financiados directamente por el estado. Los indios impulsan los altos estudios para mantener su preeminencia en el sector de la informática. De las 120.000 patentes del año 2006, apenas 25 fueron colombianas. En el 2005 en Colombia graduamos 47 doctores, en el 2008 cerca de 80. Aunque pueda entenderse como un buen comienzo, el plan de 3.000 nuevos doctores para el año 2019 lo que logra es ampliar nuestro retraso.
El problema empieza en la escuela. Los maestros no enseñan comprensión lectora porque no la tienen. Quien desde niño no lee, le queda casi imposible un desempeño de alto rendimiento. El interés por la ciencia debe inculcarse en los primeros años, y su fomento apenas se inicia. Los sistemas de comunicación masiva se transformaron en elementos de intercambio superficial, en modos de divertirse sin salir de la casa. En los colegios no existe la investigación como parte importante del currículo. En las universidades se investiga para cumplir; obvio, siempre existen los verdaderos investigadores que sacan la cara por los miles de estudiantes y profesores que confunden la investigación con la profundización de un tema. Al punto que Colciencias propone elevar las exigencias para acceder a la financiación de los trabajos.
Los avances científicos dependen de la presencia simultánea de un conjunto de factores: redes de contactos universitarios y de eruditos, bibliotecas físicas y virtuales para incorporar los conocimientos acumulados, un nivel de vida que facilite la dedicación al estudio y a la lectura, posibilidades de experimentar así los resultados sean negativos, la disponibilidad de herramientas tecnológicas apropiadas y una sociedad donde la investigación sea habitual. Investigar es un propósito, personal y colectivo. Mejorar a quienes lo hacen es obligación de la sociedad. Considerar a aquellos que dedican la vida al estudio debería ser norma de conducta general.
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Con todo, la juventud tendrá que aceptar que estudiar paga, que investigar la engrandece, que en la ciencia y la tecnología está el porvenir.
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