martes, 23 de junio de 2009

Jaque

Por Juan David Ramírez Correa

El Colombiano, Medellín

Junio 23 de 2009

El 2 de julio se cumple un año de la operación militar más asombrosa de la historia mundial contemporánea: la Operación Jaque. Todo un éxito. El Gobierno, de la mano del Ejército, le pegó al perrito: sin un solo disparo y solamente con dos puños a una persona como para dejar por lo menos un ojo morado como evidencia del desahogo, se le dio el mayor golpe militar a las Farc en 50 años.

Gol. Olímpico, de chilena o como si hubiera sido con la mano de Dios. Gol que resultó ser una inyección de confianza para todos los colombianos, quienes vimos cómo sí nos podemos curar de ese cáncer que carcome al país y que no tiene un nombre distinto a narcoguerrilla.

Hicieron el ridículo los guerrilleros. Un ridículo de aquí a Shangai. Hacer el ridículo de esa manera no tiene precio, diría un comercial de la tarjeta de crédito MasterCard. La Operación Jaque los mostró como ignorantes, sedientos de exposición mediática. ¿Recuerdan la sonrisa de Gafas, el guerrillero, que cada vez que el falso periodista le ponía de frente la cámara de video, se alborota como una diva de cabaret, ufanándose de ser un carcelero experto en manipulación de cadenas y vejaciones? Ridículo.

Los liberados siguen con sus vidas. Las han reconstruido con momentos de felicidad, pero también con muchos otros dolorosos. Íngrid Betancourt dejó a un lado la exposición mediática, donde se le veía la sed de ganas de premio Nobel. Decisión sana. Los otros, tratan de superar las marcas de la insensatez generada por un puñado de irracionales.

Lo cierto es que a pesar de que agradecen día a día a la vida, el estrés post traumático que padecen los atormenta sin parar, haciéndolos cargar con la angustia de saber que en las selvas aún quedan muchos como ellos, muchos que no tuvieron la oportunidad de estar al lado de Íngrid y los contratistas norteamericanos, para ver cómo un helicóptero se convertía en el caballo de Troya criollo que les daría la libertad.

Pero, sea lo que sea, Jaque nos marcó. Por primera vez todos los colombianos nos sintonizamos con el orgullo por esta patria que, a veces, es demasiado boba: nos dimos cuenta de que nada puede haber por encima del derecho a la libertad. La pregunta entonces es, ¿cuándo vienen más acciones que nos devuelvan a los que no están? ¿O será que les están dando espera para usarlas como herramientas políticas en medio de un periodo electoral que está a la vuelta de la esquina? Muchos están esperando ejercer su derecho a ser libres. ¿Entonces?

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