Editorial
El Mundo, Medellín
Junio 18 de 2009
Esta última, que reúne a 25 cooperativas lecheras, entre ellas
Hay que recordar que el tema ya había sido debatido el año pasado, cuando la propuesta no era de $25 sino de $37 pesos. Con ocasión del VI Seminario Internacional “Competitividad en Carne y Leche”, organizado por Colanta a principios de noviembre, desde estas mismas columnas acompañamos el reclamo de los dirigentes del gremio lechero en el sentido de que considerábamos “absurdo e injusto golpear la competitividad de la industria con más gravámenes, en momentos en que éstos se están eliminando en muchos otros países para estimular la producción, el consumo y las exportaciones, y cuando los precios de la leche en polvo han caído en el mercado internacional de US$4.600 a US$ 2.700 la tonelada”. Hoy está alrededor de los US$2.200 y el diablo sabrá cuánto más irá a bajar.
Explica el señor Ministro, en comunicado divulgado a través de la página web de su cartera, que “como la medida propuesta por el Consejo Nacional Lácteo y adoptada por el Gobierno Nacional no tuvo buena acogida por el sector, esperamos una propuesta concertada por parte del Consejo Nacional Lácteo, que dé solución no solo al problema de los excedentes, sino soluciones contundentes que permitan a corto, mediano y largo plazo vencer el problema estructural que hoy enfrenta ese sector”. Importante la aclaración que hace a renglón seguido en el sentido de que “la propuesta que deberán presentar los integrantes del Consejo Nacional Lácteo no implicará que se deje de comprar leche al productor, que la medida adoptada deberá ser acatada por todo el sector y sobretodo ésta no deberá afectar el precio de la leche al consumidor”, aun cuando creemos que el gremio lechero estaría más de acuerdo en que se hablara de concertación y no de acatamiento, sobre todo porque en esta materia no puede ser Fedegan, que no lo representa, el que trace la política lechera y maneje los fondos destinados a su desarrollo.
Por eso estamos de acuerdo con el señor ministro en que el problema no es sólo de excedentes. El problema es estructural y su solución comienza por reconocer que el aludido Fondo de Estabilización de Precios no puede ser un aparato de bolsillo de la presidencia y la junta directiva de Fedegan. Siempre hemos creído que hay una falla fundamental en la estructura de manejo de la industria lechera en Colombia, tolerada o no advertida lamentablemente por los distintos gobiernos, que consiste en permitir que la dirección del gremio de los productores de carne dirija también la política lechera, como si producir leche no fuera un oficio completamente distinto. Fedegan maneja la industria de ganado de engorde, dentro de la cual la leche es apenas un subproducto marginal, cuyo manejo, por cierto, deja mucho qué desear desde el punto de vista sanitario.
La política lechera es una política especializada, definida y acordada con el gremio lechero, que a su vez debe manejar los recursos que se aporten a un verdadero fondo de estabilización de precios de la leche. El rechazo unánime del sector lechero a la medida de los 25 pesos es porque se siente víctima de una exacción. Pero a la hora de la verdad, si dentro del propio gremio lechero se plantea una cuota para fortalecer un fondo propio de estabilización de precios, que se va a manejar en la prosecución de objetivos dentro de una adecuada política lechera, con seguridad que los productores la acogerían gustosos.
El presidente de Fedegan, en una típica ‘avivatada’ de quien quiere cosechar méritos con lo que otros han sembrado, se quiso presentar ayer como quien había tomado la iniciativa de pedir al gobierno que suspendiera la medida, cuando su gremio fue el inventor e iba a ser el único beneficiario de la misma. Acusa de paso al Gobierno de haber “tergiversado” el acuerdo de comprarle (a Fedegan) cerca de 25.000 toneladas de leche en polvo para atender programas asistenciales gubernamentales. En lo que estaba interesado el señor Lafaurie era en que se les pagara más a sus ganaderos por la lechita que les sacan extra a las vacas de carne. Se trataba, en el fondo, de una lucha por el control de precios, pero no para bajarlos en defensa de los consumidores sino todo lo contrario... ¡pero le salió el tiro por la culata!
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