Eduardo Herrera Berbel*
El Colombiano, Medellín
Junio 19 de 2009
Al respecto y sin subestimar la gravedad del hecho, es exagerada la apreciación de algunos analistas, entre ellos, el señor León Valencia. Por supuesto que se observan unas Farc más activas, ruidosas y mediáticas, que desarrollan tres ejes de confrontación: guerra de guerrillas, terrorismo selectivo de baja intensidad (énfasis urbano) y el empleo masivo de minas y artefactos explosivos.
Sobre el segundo tema, los falsos positivos, se encuentra en el país un relator de la ONU con perfil académico tranquilo, sin protagonismo y respetuoso del Estado de Derecho. Ojalá que no se deje influenciar del séquito de detractores de oficio, para quienes todo es malo y en Colombia sólo existe una caterva de violadores de derechos humanos, y han adelantado una campaña de desprestigio en el exterior contra el Presidente Uribe y la Fuerza Pública, para deslegitimarlos y generar desconfianza sobre el cumplimiento de la misión constitucional del Ejército Nacional. Frente a los llamados "falsos positivos", sólo resta esperar que la justicia proceda y en derecho condene o exonere de responsabilidades, sin sesgos ideológicos que ensombrezcan la labor de la justicia.
A continuación, mis razones para pedir que se blinde la Seguridad Democrática (SD). En la sociedad colombiana existe un consenso mayoritario sobre su continuidad, pero también existen sectores políticos y corrientes de pensamiento, que en extraña coincidencia con los actores antidemocráticos, la asimilan al "terrorismo de Estado".
Por lo tanto, en cualquier escenario de reelección, triunfo de un candidato de la coalición o de la oposición, es un imperativo ineludible mantener un consenso político mínimo sobre los temas de seguridad y defensa nacionales. Ni un paso atrás frente a los violentos. La SD ha demostrado ser la estrategia ideal para derrotar o, mejor, sentar a las Farc y al ELN en una mesa de negociación, con voluntad política expresa y sin la prepotencia de antaño.
Desde luego, tampoco se puede desconocer que persisten múltiples amenazas con capacidad de daño que pretenden trasladar el escenario de la confrontación del campo a las ciudades (terrorismo); que la victoria final no está a la vuelta de la esquina, aunque se hable del fin del fin , y de los ingentes esfuerzos de la Fuerza Pública, solidaridad, sacrificios y estoicismo del pueblo colombiano.
La batalla contra el terrorismo no se ha ganado todavía, y pese a las consideraciones anteriores, nada indica que no se vaya por buen camino para conseguir una victoria definitiva contra los violentos.
Continúo con la necesidad de blindar la SD. Es necesario consolidar unos niveles de seguridad para la ciudadanía en general, y que la tríada tiempo, espacioy recursos , se considere fundamental en el sustento de una estrategia de seguridad exitosa.
A la Fuerza Pública le cabe la responsabilidad de fortalecer su uniforme ético, y sus armas deben ser: el respeto a la ley, la inviolabilidad de la dignidad humana y la defensa y promoción de los derechos humanos. Con estas armas del uniforme ético, se convertirán en multiplicadores de combate para fortalecer su legitimidad y aumentar la confianza del pueblo en sus operadores de seguridad.
Es un propósito de unidad nacional blindar la SD, sin eludir el debate civilizado y la confrontación de ideas. Es inaceptable que detractores profesionales cumplan su nefasto cometido, aprovechando nuestra apatía. Es intolerable que primen intereses oscuros y partidistas, sobre el interés supremo colectivo y el bienestar general de la Nación.
¡Por todo lo anterior, la Seguridad Democrática debe ser blindada!
*Mayor General (r), Ejército Nacional
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