lunes, 3 de agosto de 2009

Escobar no nos tapó la boca

Por Mauricio Vargas

El Tiempo, Bogotá

Agosto 3 de 2009

La semana pasada, mi abogado Guillermo Puyana fue notificado por el Tribunal Superior de Bogotá de un fallo que resuelve la tutela interpuesta en mi contra por José Alfredo Escobar Araújo, magistrado del Consejo Superior de la Judicatura. La controversia jurídica con Escobar no sólo me involucra a mí, sino a varios colegas columnistas y a dos directores de revista. El caso ha sonado en los medios y me parece que el fallo aporta algunas claves aleccionadoras.

Pretendía Escobar Araújo que yo rectificara mis afirmaciones en el sentido de que lo consideraba un magistrado indigno de su cargo por haberle recibido unos botines de regalo a Giorgio Sale, quien, luego de hacerle ese obsequio, fue detenido en Italia por lavado de dólares de operaciones de narcotráfico relacionadas con Salvatore Mancuso. Dije, además, que eso me revolvía el estómago y que, si me obligaban a rectificarlo, mi estómago no cambiaría de opinión.

En su fallo, el Tribunal sostiene que "el adjetivo 'indigno' que predica (el columnista) del accionante Escobar Araújo, para la Sala aunque puede tenerse como peyorativo, constituye una opinión por su naturaleza inviolable y que no tiene la entidad suficiente para afectar sus derechos a la honra, la dignidad y el buen nombre. Sobre este calificativo, se refiere a no ser merecedor de algo, por lo que igualmente se trata de una opinión fundada en relaciones no discutidas por el accionante con una persona posteriormente privada de la libertad -Giorgio Sale- de quien recibió algunos regalos".

De modo que Escobar Araújo no consiguió taparme la boca, y yo puedo seguir diciendo que me parece indigno de su cargo, por el regalo que le recibió a Sale. Pero, más importante aún, el Tribunal protegió el sagrado derecho que los columnistas -y todos los ciudadanos- tenemos de emitir opiniones, cuando se basan en hechos incontrovertibles, como el regalo de los botines. Como el regalo no está en discusión, la opinión a propósito de ese hecho es enteramente libre. Otra cosa es opinar con base en hechos falsos o tergiversados, pero este no fue el caso.

Me ordena el Tribunal rectificar que Escobar Araújo no influye desde su cargo en el nombramiento de jueces y magistrados. Me atengo a lo que ordena el Tribunal y rectifico la afirmación errada: el magistrado no influye en esos nombramientos. De hecho, los temores que yo tenía de que cualquier tutela interpuesta por Escobar fuese fallada a su favor se han visto desmentidos por los hechos. No sólo en mi caso, sino en otros varios en que el magistrado no convenció a los jueces de que los periodistas habían violado sus derechos.

Uno de los pocos casos pendientes es el de mi colega Rodrigo Pardo, director de Cambio. Conocido por su equilibrio y ponderación, Rodrigo es un periodista de quilates, enemigo como el que más de las afirmaciones ligeras. Escobar quiso que la revista rectificara 11 hechos que Cambio describió con detalle. Un fallo de tutela le ordenó rectificar solamente dos, entre ellos que la revista describió a Escobar como "aliado" de Sale. Cambio cumplió la orden, pero el juzgado 53 penal de Bogotá sostiene que se presentó un desacato porque no hubo un expreso reconocimiento del error. ¿Cómo pudo no haberlo, si de hecho hubo rectificación?

Como el desacato implica un arresto de tres días para Pardo, la Sociedad Interamericana de Prensa, la Federación Internacional de Periodistas, Andiarios y Asomedios le han pedido al Tribunal Superior de Bogotá que, en segunda instancia, revise el caso. Ojalá lo haga, porque considero que se trata de un arresto injusto, de un fallo desproporcionado y absurdo, de un premio de consolación para Escobar, que ha perdido varios casos ya y que sigue, de manera indigna, como magistrado del Consejo Superior de la Judicatura.

No hay comentarios: