martes, 22 de septiembre de 2009

Los espantos de Obmar

Jorge Raad Aljure

La Patria, Manizales

Septiembre 22 de 2009



Una nueva ley para regular la justa y permanente financiación universitaria.


A Obmar lo ha desconcertado la Carta Abierta que han publicado los miembros del Consejo Nacional de Rectores del Sistema Universitario Estatal, SUE, que adquirió vigencia desde la Ley 30 de 1992, sobre Educación Superior. Mencionó, sin detenerse en ello: la regular redacción en general; la confusión del primer párrafo; la poca claridad en quien es el responsable de la comunicación -la Junta Directiva o todo el Consejo-; la mezcla entre universidades de la nación, departamentales o la Distrital, debido a que jurídicamente son diferentes, aunque todas estatales por lo que las presidencias de los Consejos Superiores y los presupuestos provienen de cada ente público, y finalmente sin ahondar el tema del porcentaje del nuevo aumento que solicitan porque allí hay cifras que merecen una mayor explicación técnica. No es el pedir por el pedir y menos por compensar. La universidad no debe buscar compensaciones.


Un punto importante es el destino de nuevos dineros que se solicita del Estado: Nación. Y dónde están los departamentos o el Distrito aportando más recursos, porque la primera obligación es de ellos para con sus universidades.


La Universidad de Caldas -ente nacional-, no recibe nada del Departamento, salvo, lo recaudado por la estampilla a favor de la Universidad, compartida entre la Nacional de Colombia y la de Caldas o por los proyectos de investigación cofinanciados entre departamento y universidad. En cambio, a manera de ejemplo la de Antioquia -departamental-, recibe del departamento y de la Nación. Por esto las cargas no están equilibradas.


Al parecer, suena a solidaridad y equidad, los nuevos capitales se destinarán a que los integrantes de la sociedad colombiana accedan a los bienes intelectuales y culturales de la educación superior, sic. Y también para solucionar la dificultad creciente de que más jóvenes puedan ingresar a la educación superior estatal. Al leer toda la explicación de la destinación de los recursos quedan por fuera infinidad de elementos que necesitan más financiación, que en la sabiduría de los rectores y sus consejos superiores deberá ser planteado en su oportunidad. Las universidades reciben más aportes en cuanto demuestren que sus indicadores respaldan el cumplimiento de metas dadas por la misma universidad.


¿De dónde salió la docta cifra de 5,5%?, tampoco es rebajar por rebajar a la inversa de una subasta. ¿Quién determinó el aumento para llegar a un valor del 12,8% del aporte de la nación a las universidades? ¿Por qué no un 14,4% ó un 15% ó un16,3%? Los analistas de las universidades deben ser más exactos ante la sociedad. Pero bien, no es un tal o cual porcentaje el centro del problema. El meollo radica en la mendicidad injusta y permanente de la universidad.


La solución es una nueva ley para regular la nueva financiación, reemplazando en parte a la vigente en términos de equidad y suficiencia.


De otro lado, la universidad gratuita estatal no existe. ¡Hagan cuentas! Hay aproximaciones. Una parte de la calidad debe radicar en tener los mejores estudiantes del país y que ellos estudien sin limitaciones ofreciéndoles diversas oportunidades.


Deben tener los mejores docentes. Los tan mencionados magíster y doctores, deben producir con calidad en sus áreas. La investigación y la extensión deben ser de inmensa cobertura y calidad. De lo contrario: ¿Para qué más dinero? Finalmente, la gestión de los rectores debe medirse, no en las deudas financiadas con matrículas, sino en los recursos obtenidos con el pleno funcionamiento de las universidades.


Manizales, Ciudad Universitaria

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