domingo, 20 de septiembre de 2009

El poder del diálogo

Valdemar Carneiro Leão*

El Tiempo, Bogotá

Septiembre 19 de 2009


Leí con gran interés el artículo 'Brasil se arma', del profesor Eduardo Pastrana Buelvas, publicado en la edición del último domingo (13-09-09), de su periódico.

El texto contiene comentarios que reflejan con propiedad algunos aspectos centrales de la forma como Brasil concibe su política exterior. El empeño del gobierno del presidente Lula en "construir un orden multipolar que logre atenuar las asimetrías e introducir mecanismos democráticos" en el sistema internacional; el énfasis en la vía de la negociación; el carácter "universalista" y "propositivo" de la política exterior de Brasil; iniciativas concretas como el G20 (para producir en la OMC resultados favorables al mundo en desarrollo); el foro Ibsa (que congrega a India, Brasil y Suráfrica) y los procesos de acercamiento del conjunto de Suramérica con África y con los países árabes. A ellos yo agregaría la prioridad que Brasil le otorga a la articulación con sus vecinos en la organización del espacio suramericano alrededor de valores y objetivos compartidos, y que ahora todos hemos logrado concretar en la creación de Unasur.

Entre los puntos del artículo que, a mi juicio, merecerían reparos se encuentra uno que ya es anunciado al lector por un título que suena alarmista: 'Brasil se arma'. La idea sugerida es que Brasil estaría engajado en el aumento de su capacidad militar con miras a un liderazgo regional y a un protagonismo global. No es esa la lógica que nos orienta. Por un período de más de una década las inversiones en el campo de defensa han sido, en Brasil, virtualmente inexistentes. Los analistas internacionales son unánimes en considerar que las fuerzas armadas brasileñas se han quedado muy mal equipadas para el tamaño del territorio que tienen que cubrir. Lo que hay ahora, por lo tanto, es un proceso de recuperación.

Brasil no tiene enemigos, mucho menos entre sus vecinos, todos amigos cercanos. Pero tenemos la responsabilidad de vigilar y proteger nuestros recursos naturales. Son 8,5 millones de kilómetros cuadrados en tierras y 4,5 millones de kilómetros cuadrados en mar. Entre los primeros está la Amazonia, una riqueza inmensurable que compartimos con nuestros vecinos. En el mar, a largas distancias de la costa, están las recién descubiertas reservas de petróleo del pré-sal.

Pero hay sobre todo otro aspecto que yo quisiera comentar tras la lectura del interesante artículo del profesor Eduardo Pastrana. Sería un gran equívoco suponer que Brasil desea establecer un vínculo entre su capacidad de defensa y el rol que juega en nuestra región y en los foros globales. No creemos que podamos tener una influencia mayor o menor en función de nuestra fuerza militar. Le apostamos al poder del diálogo y del entendimiento como fuentes de legitimidad entre las naciones, y a la legitimidad como condición para la paz y el desarrollo.


*Embajador de Brasil en Colombia

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