Por Óscar Tulio Lizcano
El Colombiano, Medellín
Septiembre 20 de 2009
Lo confirman algunos funcionarios del alto gobierno con su propio silencio. Traigo a colación la frase del escritor español como una explicación a un silencio que me inquieta.
Han transcurrido dos meses desde que a través del libro testimonial sobre mi secuestro, " Años en silencio ", Escribí una de esas historias que no dejan de parecer conjuros de una realidad que desborda lo inverosímil.
"
Sin embargo, ese eco no llegó al lugar al que debía llegar. Y eso, reitero, es lo que me preocupa. ¿Acaso no debe el Ministro de Minas pronunciarse frente al hecho? ¿Acaso
El silencio de estas tres importantes instituciones del Estado es una afrenta a los miles de colombianos que padecen esta guerra y que, en últimas, somos víctimas de aquellos que en el afán de buscar beneficios particulares, apoyan descaradamente a los grupos armados.
Estos testimonios indignan porque mientras yo, durante mi secuestro, sufría graves quebrantos de salud, un equipo de médicos enviados por la compañía se encargaba de revisar a todos los insurgentes. Les tomaron muestra de orina y sangre, y les examinaron los ojos y extrajeron uno que otro diente.
Los galenos viajaban en helicópteros blancos, de rayas rojas y logotipo de Bureau Geophysical Processing (BGP), una División de
Entregaban medicamentos y víveres, además de sofisticados aparatos médicos para atender a los guerrilleros enfermos. Había momentos en que el campamento se convertía en un festejo. Los visitantes les llevaban a los guerrilleros ensaladas de frutas y dulces, mientras yo, a pocos kilómetros, estaba enfermo, sin atención médica y sin medicamentos.
Alguna vez, incluso, un equipo de 20 profesionales vestidos de overoles naranja visitó el campamento. Se llevaron un susto con los sobrevuelos de aviones de
Como no estuve presente en ello y por la gravedad de los hechos relatados, corroboré la información con distintas fuentes: guerrilleros desmovilizados, civiles y autoridades locales y regionales de la zona donde sucedió. Iván, el segundo al mando del frente guerrillero, ahora desmovilizado, me narró detalles de la llegada de estos helicópteros, como también lo hizo en vivo y en directo ante los medios de prensa, radio y televisión. Él fue el encargado de recibir la "generosa" misión.
¿Qué buscaba esta compañía apoyando al grupo guerrillero que me tuvo secuestrado durante nueve años? Es la pregunta que no he resuelto y que como obliga la ley, deben responder los altos funcionarios del gobierno, bajo la potestad de la seguridad democrática, que promueve derrotarlos militarmente.
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