domingo, 20 de septiembre de 2009

Justicia efectiva, arma poderosa contra el terror

Por Juan Carlos Pinzón Bueno

El Espectador, Bogotá

Septiembre 19 de 2009

En los últimos años las Fuerzas Armadas dieron los golpes más contundentes en contra de las diferentes organizaciones criminales y terroristas.

Acciones heroicas basadas en inteligencia efectiva y operaciones especiales con objetivos de alto valor estratégico, cambiaron el balance y la sensación de estancamiento frente a los grupos terroristas.

El éxito alcanzado ha obligado al crimen organizado a dar varios pasos atrás. La estrategia actual se fundamenta en mezclarse entre la población, en utilizar explosivos de bajo poder (minas, petardos en zonas urbanas), en actuar en grupos pequeños eludiendo el combate, en infiltrar agencias del Estado y organizaciones políticas y sociales. En fin, han regresado a lo que se conoce en la literatura como “guerra de guerrillas”, en donde buscan sacar provecho de las libertades que ofrece la democracia y al mismo tiempo tomar ventaja de las debilidades que puedan tener agencias del Estado, tales como descoordinación o incluso en algunos casos desinterés en confrontar las acciones criminales.

A medida que se avanza contra el terrorismo, la dinámica trae consigo nuevos retos. Una mirada atrás muestra que las Fuerzas Armadas primordialmente y el Estado como un todo, en menor medida, han venido de manera metódica actuando para elevar la seguridad de los colombianos y disminuir la capacidad de los grupos al margen de la ley. La mayor presencia militar y policial en todo el territorio, la mejor protección de la infraestructura, así como los avances en las capacidades de inteligencia, movilidad y operaciones especiales han sido respuestas en cada etapa.

En esta nueva fase se requieren acciones adicionales que trascienden la capacidad de las Fuerzas Armadas. El resto del Estado y la sociedad en general tienen que ser los protagonistas principales. Pero las agencias sociales del Estado, la inversión del sector privado en zonas de estabilización y sobre todo la justicia efectiva, son las armas que derrotarán al terrorismo.

Si la inteligencia se puede judicializar, se lograrían romper los vínculos entre la sociedad y las organizaciones terroristas. En manos de los jueces de la República está llevar a pagar penas ejemplarizantes a cualquier individuo que decida mantener nexos con el terrorismo. Esto puede llevar al terrorismo a una etapa culminante, pues es negarles su estrategia de “mezclarse” en la sociedad. Pero si la justicia no actúa con contundencia frente a los métodos de engaño e infiltración que plantea el terrorismo, de nada sirve el sacrificio de los hombres y mujeres de la Fuerza Pública para anticiparse a los violentos. Por ello el episodio de las “pruebas de supervivencia” debe ser motivo de análisis. Es necesario crear mecanismos que eviten beneficios para colaboradores del terrorismo.

Para desterrar al terrorismo de Colombia se requieren años, paciencia, y respuestas que se adapten a los retos de cada fase que estemos enfrentando. La etapa actual está a favor del pueblo colombiano, pero su resultado será positivo solamente si todos los agentes del Estado y la sociedad deciden hacer su parte de manera activa. En particular la justicia.

NOTA: Acepté la amable invitación de El Espectador para escribir esta columna quincenal. Este espacio pretende exponer ideas de forma respetuosa y constructiva, con una perspectiva internacional.

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