Por Augusto Beltrán Pareja
El Universal, Cartagena
Septiembre 19 de 2009
Lo que son las vainas, antes nos quejábamos de la intransigencia y la agresividad de algunos furibistas cuando se hacía una crítica al presidente y sus actuaciones. Hoy son los opositores de la reelección quienes se exaltan por que cualquiera sea partidario de la misma.
Se atribuye la decisión de promoverla a intereses mezquinos y a ambiciones personales. Les parece imposible que para respaldar la reelección exista un patriótico deseo, o la sana convicción, que se trata de una opción conveniente.
Como quiera que los intereses creados dizque fabrican mayorías en las encuestas de opinión, se hacen comentarios contra lo que consideran excesiva pasión por perpetuarse en el poder.
Los resultados de estas encuestas son descalificados. Se presenta como razón de peso el hecho evidente que los columnistas de opinión y los editoriales de los periódicos rechazan el referendo. Pero no hacen el análisis elemental sobre la poca influencia que tienen en la opinión popular, que parece pensar distinto y quiere prolongar el fenómeno Uribe por otros cuatro años.
El mito del sol en la espalda se acabó. La gente parece querer más de lo mismo. Cuando terminaron su mandato nadie hubiese votado por López o Barco, por Carlos Lleras o cualquiera de los Pastranas, tampoco por Samper, Turbay o Belisario. Era casi unánime la sensación de alivio que producía la finalización de un cuatrienio, y la esperanza que suscitaba otra cosa y otra gente.
Un presidente con tanto respaldo popular para continuar no tiene antecedentes en la historia. Con razón o equivocación, pero es una realidad palpable. Los errores y excesos pueden destacarse con aguda perspicacia, pero la gente del común se queda con lo conocido ante la posibilidad del cambio y la aventura, que siempre ha seducido la humanidad. De Uribe se recuerdan más los aciertos que los errores.
Según estudiosos de la cosa política dizque es menor la acogida que tiene la reelección dentro de la elite del saber. Quienes detentan conocimientos y ostentan títulos en artes y ciencias no participan, con la misma proporción y entusiasmo, de la pasión reeleccionista del común del pueblo. Las encuestas de opinión son favorables a Uribe. Los menos doctos y cultos parece que desdeñan recomendaciones de quienes tanto saben. El pueblo es superior a sus dirigentes decía el único caudillo popular que ha tenido Colombia. Demagogo es todo aquel que nos derrota, sostenía Víctor Renán.
Difícil por no decir imposible que Uribe pueda acceder a un tercer mandato. Hay obstáculos que subsanar, instancias que debe cumplir la iniciativa y lo más duro: vencer la organizada oposición de gente poderosa, muy inteligente y astuta. Será un proceso complicado. Sin embargo parece que la mayoría quiere seguir con lo conocido y no se embarca en otras posibilidades.
Los politiqueros que apoyan la reelección son investigados. Otros que se oponen a ella reciben un baño lustral que los redime. Aún así, cada día crece el respaldo a la reelección, impulsado por el rechazo a unos terroristas que posan de insurgentes. Pero el gran elector, el soporte de la reelección, es un vecino armado que nos injuria a diario y nos amenaza para distraer el desastre interno que existe en su revolución socialista del siglo XXI.
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