lunes, 21 de septiembre de 2009

La escalada armamentista

Por Andrés Oppenheimer

El Colombiano, Medellín

Septiembre 20 de 2009

A pesar de la peor crisis económica mundial desde la década de 1930, y de los pronósticos de que el número de pobres se incrementará este año en Latinoamérica, los países de la región están embarcados en el mayor gasto militar de los últimos tiempos.

Las compras venezolanas de armas a Rusia en el curso de los últimos cinco años alcanzarán los 5.000 millones de dólares. Brasil anunció el comienzo de negociaciones formales para la compra de 36 aviones de combate Rafale, de fabricación francesa, que según declaraciones de funcionarios franceses probablemente tendrán un costo de más de 7.000 millones.

Además, sigue adelante con el plan de comprar y producir conjuntamente con Francia otros armamentos incluyendo cuatro submarinos de guerra Scorpene, 50 aviones de transporte militar, y lo que será el primer submarino nuclear de Latinoamérica.

Chile compró recientemente 18 aviones de combate estadounidenses, y anunció su plan de comprar cañones de largo alcance y radares a Estados Unidos. Hasta Bolivia, el país más pobre del Cono Sur, ha abierto una línea de crédito de 100 millones de dólares para comprar armas a Rusia.

Durante una visita a Perú la semana pasada, me sorprendió ver todos los días grandes titulares en los periódicos sobre las compras de armas en países vecinos.

"Es algo que preocupa", me dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Perú, José Antonio García Belaunde, en una entrevista. Según García Belaunde, una explicación posible del enorme incremento en la compra de armas es la bonanza económica de varios países de la región en los últimos años por el alza de las materias primas.

De acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres, los gastos de defensa de Latinoamérica y el Caribe crecieron el 91 por ciento durante los últimos cinco años, hasta alcanzar los 47 mil millones de dólares en el 2008. Los países que más incrementaron sus gastos militares fueron Venezuela, Brasil y Chile.

¿Qué está ocurriendo?, pregunté a funcionarios latinoamericanos y estadounidenses. ¿No es algo disparatado, considerando que pocas semanas atrás el Banco Mundial estimó que el número de pobres en Latinoamérica crecerá en seis millones de personas este año debido a la crisis?

Frank Mora, el funcionario del Departamento de Defensa estadounidense a cargo de los asuntos hemisféricos, me dijo en otra entrevista que -en los casos de Brasil y Chile- las compras de armas son para modernizar equipos que muchas veces no han sido actualizados en los últimos cuarenta años.

Mi opinión: Coincido en que el enorme aumento de compras de armas puede deberse en parte a la bonanza económica, o a la modernización de equipos obsoletos. Pero sospecho que, especialmente en el caso de Venezuela, existe un factor adicional: la corrupción.

La tragedia para la región, además del hecho de que los países podrían usar estos recursos para reducir la pobreza, es que cada compra de armas de un país pone nerviosos a sus vecinos, y los incita también a comprar armas. Es hora de que haya un acuerdo regional para poner límite a las compras de armas y para detener esta tendencia que -sean cuales fueren sus causas- es un disparate total.

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