martes, 15 de septiembre de 2009

La hecatombe chavista

Mario Fernando prado

El País, Cali

Septiembre 15 de 2009

Creo que a mí, como a todos los colombianos, nos está pasando lo mismo: estamos mamados de Chávez. Nunca antes habíamos padecido tanto la intromisión de un gobernante extranjero quien, aprovechando la invasión de las Farc a su territorio, decidió montársela al vecino, en un amacice con la guerrilla tan descarado como hipócrita.

Y, con una patente de corzo que se auto otorgó, tiene a Colombia en la mira de sus altisonantes y paranoicas alocuciones, creyéndose, no sólo el sucesor de Fidel, hoy replegado en sus cuarteles de invierno, sino, y lo peor, el hijo pródigo de Bolívar, de quien dista una enormidad.


No hay semana en que el chafarote no enfile sus baterías contra el Gobierno, léase el presidente Uribe. Si no es por lo uno es por lo otro, pero siempre en su libreto no puede faltar la ofensa, la calumnia y la provocación.

Antier habló ya de los coheticos que le compró a Rusia al debe y que tienen un alcance de 500 kilómetros y una precisión Suiza. ¿Qué mensaje transmitió? Que se está armando y alistando para darnos ‘chumbimba’. Ah y, por otro lado, dijo que el DAS es una organización narcomilitar.


Quienes afirman que Uribe es camorrero y volado, bien equivocados que están, porque si alguien ha demostrado prudencia, diplomacia y tolerancia con semejantes andanadas ha sido el Presidente de los colombianos.

Sin embargo, nuestro país jamás se ha metido en la fetidez que expele el chavismo, con su corruptela y su manejo a las patadas de la situación social y económica que padecen los venezolanos, cuando no acosados por el hambre y las dificultades, sufriendo con un socialismo salvaje que bloquea, expropia y le hace conejo a los empresarios y más si son extranjeros.


Chávez el ‘mala paga’, por ejemplo, y tal como se lo enrostró su homólogo brasileño, tiene sitiados a los exportadores colombianos, con quienes juega, trapea y manipula las relaciones con nuestro país de manera demagógica y chauvinista. ¿Hasta cuándo? Hasta cuando se rebose la copa y Colombia caiga en la trampa que nos tiene tendida: responderle con la misma moneda.


Por otra parte, y sin querer ¿queriendo?, su actitud pleitera y desafiante lo ha convertido en el gran elector de Uribe, a quien día a día le llueven los respaldos y se prevee un “cierre de filas social-popular” en torno a quien goza del mayor respaldo ciudadano, gracias, insisto, al obnubilado, ese sí dictador, de los venezolanos.

¿Adónde irá a parar o hasta dónde querrá llevarnos Chávez con sus ofídicas y cizañozas palabrerías? ¿Querrá acaso despertar solidaridad en su patria mostrándose amenazado por sus vecinos y por los gringos? ¿Será que sus conciudadanos le comerán cuento y le apoyarán en sus delirancias reeleccionistas?

Tremenda piedra en el zapato nos hemos ganado los colombianos con esta caricatura del poder que, como volador sin palo, va soltando diatribas y consejas en un lenguaje basto que le hace entenderse y sintonizarse con su pueblo.


¿Hasta cuándo? Esa es la pregunta sobre la que debemos reaccionar, porque así como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, así también llegará el momento en que Colombia le dirá, y ya no sólo en manifestaciones y pancartas, “No más Chávez” y se romperán totalmente las relaciones no con un país hermano, sino con un gobierno que está toreando a un miura aparentemente manso…

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