Por Oscar Hernández M.
El Colombiano, Medellín
Septiembre 8 de 2009
No sólo un presidente debe tener buena crianza, buena leche, sino todos los que le rodean, ya que es imposible que todo el pueblo sea un dechado del buen trato. Pero es que un jefe no tiene el menor derecho a utilizar un lenguaje de carretero, no puede ser el "parcero" de la casa de gobierno. Se puede ser socialista y ser un señor, izquierdista y respetar profundamente al oponente, derechista y ser un príncipe, capitalista y ser un señor con mayúscula. No es cuestión de política sino de modales.
El grito, la amenaza, la ordinariez, no han hecho carrera en ninguna parte y si alguien cree que por ese camino va a lograr la unidad de un continente o por lo menos una parte del continente, está lejos de la verdad y de toda posibilidad. El grito, la ofensa verbal, son clara muestra de debilidad. La verdadera fuerza es callada, sabia, y hasta sonriente y elegante.
PAUSA . "Esa luz puesta al aire que es un hombre".
TALEGO . Admito que esta no es la más hermosa y brillante palabra del idioma, pero sí puede convertirse en aliada de una vida con menos atentados contra la misma vida. La talega puede hacer parte importante en una lista de lo que debemos hacer por trabajar en bien de una ecología práctica, bien entendida y hasta barata. El talego, para algunos la talega, es una solución a esa ola asesina de bolsas plásticas que nos dan en todas partes.
No se ve inconveniente alguno en que cada comprador, especialmente en los supermercados, lleve su talego o su talega para que le empaquen todo lo que quiere llevar del almacén. Es que ni siquiera me inclino por el papel porque siento un dolor no sé dónde cuando veo caer un árbol herido por los dientes de las motosierras. Tampoco vamos bien encaminados derribando árboles que son los mejores amigos del hombre, respetando el sitial del hermano perro, porque cada árbol talado es un laboratorio natural que estamos destruyendo.
Entremos por el aro del talego y si algunas personas lo quieren vuelvan a esa linda estampa de otras épocas donde la canasta sí que era la "canasta" familiar, en manos de la dueña de casa o de su asesora la empleada del servicio. Lo que pasa con el plástico es que es barato, cómodo, bonito y sirve para todo. Y eso lleva a pensar en la voz del pueblo: de eso tan bueno no dan tanto... Y ya nos está pasando la factura.
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