Por Jorge Enrique Pava Quiceno
Septiembre 4 de 2009
Al protestar en contra de este chafarote, lo hacemos también en contra de quienes se han hincado ante su poder y pretenden entregar nuestra nación a su voluntad y abuso.
Esta coerción se suma al cierre de los diferentes medios de comunicación que no se han doblegado al régimen, y a la violación sistemática de los derechos fundamentales de los venezolanos no adeptos al Gobierno. Es decir, los venezolanos están sometidos a un régimen dictatorial e imperialista que contradice los principios por los que se supone luchan estos nuevos izquierdosos que se hacen llamar socialistas del siglo XXI.
Es un régimen dictatorial porque, entre otras cosas, ha llegado a violar los derechos fundamentales de los ciudadanos a quienes su Constitución les otorga la libertad de opinar, de manifestarse libremente y de oponerse en forma pacífica al régimen dominante. Y está posando de imperialista porque, además de tener unos países aliados a los que domina con sus petrodólares, y los pone de rodillas ante su voluntad, pretende hoy injerir en Colombia mediante los aliados apátridas que ha encontrado en nuestro sistema político, y ejercer presiones militares y económicas mediante repetidas amenazas de un estallido bélico, o el cierre de fronteras y el incumpliendo de pactos y convenios comerciales que sólo buscan la desestabilización de la economía colombiana.
Sólo por esto deberíamos aliarnos para defendernos de esta amenaza internacional que se cierne en nuestra contra, y salir a marchar el día de hoy para gritar ¡no más Chávez!, atendiendo la convocatoria que se ha hecho por medio de Facebook. Pero hay otras razones igualmente poderosas para hacerle frente a esta ignominioso personaje: como los vínculos evidentes que ha mantenido con las Farc y el apoyo económico y territorial que le brinda a la oposición armada colombiana, en un acto de provocación e intromisión externa; o por las constantes agresiones hacia Colombia y la forma déspota y prepotente como nos trata, mancillando nuestra dignidad y haciendo caso omiso de la decencia y la diplomacia que se deben guardar ante los países vecinos.
Pero además, porque al protestar en contra de este chafarote, lo hacemos también en contra de quienes se han hincado ante su poder y pretenden entregar nuestra nación a su voluntad y abuso; y en contra de quienes aceptan todo acto de nuestro energúmeno vecino, por degradante que sea, con tal de hacerle oposición al Gobierno Nacional. Es decir, esta manifestación es también un rechazo a quienes han tratado de feriar nuestra dignidad doblegándose ante el poder económico y armamentista del gobierno venezolano.
Y dentro de estos, y ocupando el primer lugar, está el PDA, que permanentemente se proclama enemigo de las dictaduras y el imperialismo, y hoy va a humillarse ante este fatídico personaje que se cree el libertador Bolívar. ¿Acaso lo que quiere el PDA es un gobierno que silencia las voces de la oposición y se apodera de los medios para evitar que manifiesten sus opiniones? ¿Acaso persigue legitimar la dictadura de Chávez llena de vergüenza, de despropósitos, de indignidades y de coerciones a las más elementales libertades? ¡He aquí otra más de las incoherencias de este grupo politiquero que cada día incrementa su desprestigio!
Porque en Colombia, dígase lo que se diga del actual Gobierno, y quiérase o no su forma de ejercer el poder, nadie puede decir que se encuentra coartado en sus libertades individuales ni colectivas, ni puede argumentar que su voz se haya acallado, aún cuando se quiera desprestigiar a través de opiniones injuriosas o calumniosas. O si no, cómo se explica que columnistas como el camarada No, Felipe Zuleta o Ramiro Bejarano (por citar sólo unos pocos), puedan despotricar semanalmente en la prensa en contra del Gobierno Nacional, sin que ellos o los medios en los que escriben sufran persecuciones, cierres o coerciones. Por esto hay que apoyar la marcha de hoy, en contra de Chávez y sus adláteres. Porque si no nos defendemos, corremos el peligro de que grupos que juegan con nuestra dignidad, se apoderen de alcaldías y gobernaciones y corramos la pobre suerte que hoy afronta Bogotá.
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