martes, 15 de septiembre de 2009

Otra apuesta arriesgada

Editorial

El Mundo, Medellín

Septiembre 15 de 2009

El CDH de la ONU difícilmente dejará de ser un instrumento político al servicio de un grupo de regímenes de izquierda.

Estados Unidos debutó ayer como nuevo miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un organismo cuya creación votó negativamente en la Asamblea General de hace tres años y medio por considerar que en nada mejoraba a la desprestigiada e ineficiente Comisión del mismo tema que funcionó por más de medio siglo. Sin duda, es otra apuesta del presidente Obama para singularizar a su gobierno, distinguiéndolo del de su antecesor, George W. Bush, en materia de política internacional y, en este caso, con la aspiración de fortalecer y reformar el CDH “desde adentro” a sabiendas de que “es un órgano con defectos, que no ha cumplido con su cometido”, como dijo el 13 de mayo pasado la embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice, cuando presentó la postulación ante la Asamblea General.

En esa ocasión, luego de la votación, en la que EEUU obtuvo el 90% de los votos válidos emitidos, la señora Rice agradeció “la fuerte muestra de estímulo para que mi país vuelva a desempeñar un papel significativo como líder en las organizaciones multilaterales, inclusive la ONU, en lo que respecta a una serie de asuntos de vital importancia relacionados con los derechos humanos y la democracia” y anunció que en su período de tres años en el Consejo, Estados Unidos se propone “dirigir su tarea en función de la firme visión y los principios que el pueblo estadounidense tiene en cuanto al respeto a los derechos humanos y el apoyo a la democracia”. EEUU fue uno de los 18 países elegidos o reelegidos para el término de tres años en el CDH, con sede en Ginebra, que cuenta con 47 miembros.


Cuba, México y Uruguay fueron reelectos en el bloque de América Latina y Caribe. La Resolución que lo creó dice que los países miembros son elegidos para un mandato de tres años, renovable sólo una vez, y en su condición tendrán que someterse a revisiones regulares de su situación doméstica de derechos humanos mientras formen parte del Consejo y podrán ser retirados si durante su gestión se les comprueban violaciones. Lo primero es que esa norma ha sido violada flagrantemente en casos como el de Cuba, que sigue siendo uno de los seis “reductos de la tiranía” en el mundo, junto a Bielorrusia, Irán, Birmania, Corea del Norte y Zimbabwe, pero el presidente Obama parece resuelto a ensayar un camino de apertura gradual para comprometer al régimen comunista a hacer lo propio, especialmente en términos de mayor participación democrática.


Además de Cuba, otra gran violadora de los derechos humanos que se mantiene otro período como “juez” de los demás países en esa materia es China. Eso, a pesar de que la situación de desigualdad, sumisión y explotación silenciosa a que son sometidas las mujeres bajo esa cultura milenaria no ha cedido un punto, aparte de que allí no existen los derechos laborales como los entendemos en Occidente, para no hablar de la política de brutal aislamiento y represión de las minorías étnicas, que son el 10% de su inmensa población, entre las cuales están bastante frescos en la memoria del mundo los dramas de los tibetanos y de los uigures.


El CDH de la ONU difícilmente dejará de ser un instrumento político al servicio de un grupo de regímenes de izquierda de todo el mundo, que encontraron allí un buen mampuesto para “halarle las barbas al Tío Sam” y de paso sacudirse el sambenito de grandes violadores de los derechos humanos, mientras se mantenga su composición, mayoritariamente dominada por naciones africanas y asiáticas, que han bloqueado las resoluciones que buscaban condenar las violaciones en países como Zimbabue, Sudán, Sri Lanka, Mianmar, Darfur y el Congo, al tiempo que han impuesto su mayoría para emitir más de una docena de resoluciones de censura contra Israel por su manejo del conflicto con los palestinos.


Muchos gobiernos occidentales, grupos de derechos humanos y aun funcionarios de alto rango de la ONU, han coincidido en que el CDH necesita una reestructuración a fondo y una revisión de sus actuaciones si desea evitar seguir el mismo camino de su antecesora. Ayer, tras asumir su escaño en el CDH, la administración Obama emitió un comunicado diciendo que “animarán a los miembros del Consejo a que trabajen para cumplir la misión que le fue encomendada a este órgano cuando se formó: que sea el foro de Naciones Unidas creíble, equilibrado y efectivo para la ampliación y el avance de los derechos humanos”.


La apuesta de EEUU es a que, en el 2011, como figura en los Estatutos, se efectúe un examen de los procedimientos del Consejo y se modifique la distribución de las plazas por grupos regionales, que es lo que hoy no permite un trabajo más objetivo e imparcial. “Que nadie se engañe: EEUU no mirará hacia otro lado frente a los abusos de los derechos humanos. Se debe decir la verdad, sacar los hechos a la luz y afrontar las consecuencias”. ¿Estarán pensando con el deseo? Amanecerá y veremos. Ojalá los izquierdistas entiendan ese gesto de apertura del presidente Obama y admitan la oportunidad de que haya una modificación importante en el manejo del tema de los derechos humanos, sin pretender convertir eso en una oportunidad de darle lecciones al Imperio en esa materia, que puede ser la tentación permanente en ese Consejo.

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