jueves, 3 de septiembre de 2009

Que no cunda el pánico

Editorial

El Colombiano, Medellín

Septiembre3 de 2009

Si, basados en lo dicho o callado entre la noche del primero de septiembre y el día de ayer, nos pidiesen dar con nombre propio el ejemplo de cómo no hacer política, se nos vendrían a la mente varios, o mejor casi todos los candidatos o precandidatos a la Presidencia de la República que aspiran a ser los huéspedes de la Casa de Nariño a partir del 7 de agosto de 2010, y casi todos los que, sin aspiraciones presidenciales, se oponen al Presidente Álvaro Uribe.

Entre los aspirantes a ser Primeros Mandatarios, sólo se salvarían Andrés Felipe Arias, Aníbal Gaviria y Luis Eduardo Garzón. Y el Presidente Álvaro Uribe que ha soportado en silencio malquerencias y señalamientos.

Entre los políticos, son tantos los nombres de quienes no saben escribir la palabra política con mayúscula, que preferimos limitarnos a hablar de un solo hombre público: Rodrigo Lara Restrepo. Lo hacemos para protestar como antioqueños por la frase que escuchamos de sus labios: "ganó el cartel de Medellín", frase que percibimos cargada de rabia contra la ciudad que en el mundo ha puesto la mayor cuota de sacrificio en la lucha contra el narcotráfico y los narcotraficantes. Compartimos su perenne dolor frente al asesinato de su padre el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, el 30 de abril de 1984, por sicarios al servicio de Pablo Escobar. Sin embargo, fue injusto con Medellín acuñar el término Cartel de Medellín , como injusto sigue siendo hablar de carteles en relación con cualquier ciudad o región colombiana o de otro país. Este deshonroso apelativo nos ha costado a los antioqueños, en su inmensísima mayoría personas honradas y de buena voluntad, una imagen que no nos merecemos, y malos tratos en el resto de Colombia y el mundo entero.

En la política, como en todas las actividades de la vida, hay que saber ganar y saber perder, porque tanto en el triunfo como en la derrota se conoce el talante de las personas. Y hay que saber hacer política para honrar y rescatar su valor como constructora de la democracia de los pueblos.

Deja un sabor agrio el modo como durante estos meses muchos han ejercido el sagrado derecho a la oposición. No es con insinuaciones y sindicaciones sin fundamento como se construye país. Quienes así han obrado deberán presentar pruebas y hacer denuncias formales ante las autoridades competentes. De no hacerlo, pasarán a la pequeña historia nacional como injuriadores o calumniadores graduados en la mejor escuela chavista o correísta.

De cara a las elecciones presidenciales de 2010, falta mucho trecho por andar. Álvaro Uribe deberá sancionar el proceso surtido en el Congreso de Colombia. La Corte Constitucional, estudiar si dicho proceso no tiene vicios constitucionales. Si recibe la venia afirmativa de la alta Corte, queda en manos de la Registraduría Nacional hacer otra venia que permita el referendo y, en tal caso, esperar el veredicto del pueblo. Después, y si se aprueba la reforma constitucional, Uribe deberá enfrentarse en las urnas el 17 de mayo del año próximo a los candidatos opositores. Es, como bien dicen algunos analistas, una carrera contra el tiempo.

No entendemos el ánimo derrotista de gran parte de la oposición. Sería mejor que precisaran y concretaran su posición frente a la Política de Seguridad Democrática, que debería convertirse en una política de Estado, y se dedicaran a trabajar, trabajar y trabajar, con altura y dignidad, de cara a las elecciones de 2010.
Por lo pronto, que no cunda el pánico.

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