domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Vale todo contra el referendo?

Por Luis Carvajal Basto

El Espectador, Bogotá

Septiembre 5 de 2009

La Corte Constitucional no es el Congreso, pero las presiones para que no atienda la solicitud de millones de colombianos que firmaron por el referendo, apenas comenzaron, como ocurrió allí, y tienen el mismo objetivo: presionar o dilatar una decisión.

Las triquiñuelas para ganar o perder tiempo hacen parte hace siglos de las estrategias parlamentarias. A eso han jugado sectores de la oposición para impedir que sea votado y que las mayorías se expresen. De eso se trata.

Pero han pasado cosas peores, desde la coincidencia entre los cambios de jurisprudencia de la Corte Suprema y las capturas y allanamientos a congresistas el mismo día de la votación del referendo, hasta la deformación de la verdad por parte de medios tradicionalmente objetivos.

¿Se habría perjudicado la Justicia si demoran unas horas esas medidas para no intimidar a los congresistas? ¿No se perjudicó más dejando en el ambiente el mensaje de una clara intervención en política? Porque la Corte debe saber que una cosa es el congreso como Institución y muy otra las conductas de sus miembros.

Quienes por años hemos sido lectores de la revista Semana quedamos desconcertados con lo que viene ocurriendo, desde el editorial que fijó postura frente a la reelección, rompiendo una tradición. La semana anterior tituló, a propósito de Bariloche “Colombia aislada”. Además de la declaración final que se explica en sí misma, millones de Colombianos vieron que Colombia no solo sigue en Unasur, sino que el respeto a sus decisiones soberanas fue explicito por la mayoría de Presidentes, como es apenas natural.

¿Aislada de quien? ¿De los Estados Unidos, con quien se firmó el acuerdo?, De la Unión Europea de Sarkozy, Merckel y Zapatero?¿ De los BRICS, incluido Brasil cuyo congreso condenó recientemente, los excesos de Chávez?¿De China y Japón, con quienes tenemos excelentes relaciones y acuerdos vigentes? ¿ o será de la ciudadanía de los países Andinos, en los que según una encuesta reciente, Uribe es más popular que sus contradictores?

Que políticos y politiqueros usen temas de Estado para conseguir sus intereses no es una práctica saludable en ninguna democracia, pero que hagan lo mismo un medio tan importante y respetado y nuestra Corte Suprema, debe colocarnos en alerta para lo que se viene con el referendo en la Corte Constitucional.

Las reglas con que se deslegitima un derecho ciudadano son agredidas sin pudor, empezando por el respeto a los fueros, el de expresarse y participar de los ciudadanos y el fundamental de las mayorías. Aterran llamados claros a transgredirlas, como el que hace el ex Ministro Hommes, ahora calificado vocero anti- referendo, en su última columna, según el cual “No es el momento para ser complacientes con la democracia a la colombiana, ni con la voluntad de las mayorías, sino que hay que pasar de alerta amarilla a alarma roja”.

¿Cuál será la versión de democracia más acorde con los deseos de personas como el ex Ministro?¿Cuál en la que la soberanía popular la ejerzan minorías o predestinados como él mismo?´ ¿y si no es con las mayorías, cuál es la interpretación “correcta” con la que debemos ser complacientes? ¿La “alerta roja” incluye presionar a la Corte Constitucional, como lo hace, a descalificarla, como lo han hecho ya otros o “apenas” a denostar de ella por anticipado, por si acaso reconoce los derechos de millones de ciudadanos que firmaron?

En medio de tanta turbulencia en el ambiente, la Corte Constitucional debe pronunciarse y lo menos a que podemos aspirar los colombianos, firmantes y no firmantes, es a que se respete, de todas las formas y maneras, su fuero. Quienes no quieren una votación, además de un fallo adverso, se conformarían con que fuese extemporáneo. La Corte y el país lo saben.

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