martes, 23 de junio de 2009

De la calumnia a la agresión terrorista

Por José Obdulio Gaviria

El Tiempo, Bogotá

Junio 24 de 2009


Alfonso Sastre, conocido y laureado dramaturgo, es hoy el hombre más vilipendiado en España. Su fotografía ya no es la de un venerable, respetado y algo desgreñado anciano. ¡No! Desde las portadas de los periódicos, el escritor lanza a los españoles esa miradita amenazadora, propia de fundamentalistas e intransigentes en trance de reseña policial.


¿Por qué la furia antisastriana? Porque él, frente al asesinato de un policía, no sólo ha demostrado total insensibilidad, sino que ha lanzado públicamente un pronóstico malévolo que, más bien, sonó a amenaza: "O se abre una negociación con Eta o vendrán tiempos de dolor".


Un repaso somero de los periódicos muestra que España ha superado, definitivamente, el apaciguacionismo con los terroristas. Allí hay unanimidad: ¡Sastre favorece políticamente a Eta y, por tanto, no merece tener voz ni voto en la sociedad española! En Colombia sí que estamos lejos de consolidar ese punto de vista. Recuerdo que, cierta vez, el corresponsal permanente en la Casa de Nariño de una cadena radial con amplísima sintonía me dijo, dándose aires de periodista "políticamente correcto", que su obligación era ser imparcial en el debate entre el Gobierno y las Farc, y que esa, además, era la política oficial de su Cadena -que, por extraño que parezca, la aplica en Colombia, pero no en España-.


En Colombia todavía se estila que en pequeños pero influyentes círculos intelectuales, académicos y periodísticos se difundan, como cosa natural, las peores agresiones verbales, insultos y calumnias contra el Estado colombiano, contra el Presidente y contra sus aliados políticos. Son infundios que, generalmente, tienen un origen: artículos publicados en los órganos de difusión de las bandas terroristas. No me refiero a críticas, que, por más agrias que sean, son expresión de libertades que constituyen la razón de ser del Estado democrático. Hablo de los insultos difundidos por las Farc y acogidos por cierto periodismo comercial. Para muestra un botón: en un solo fin de semana, una revista se inventó la mentira de mi encuentro agrio con el Fiscal en un aeropuerto; y un periódico, con datos traídos de los cabellos, me puso sub júdice. Todo dentro de la línea de ataques arteros a Uribe y su entorno.


¡Con mentiras e insultos es muy difícil mantener debate político! La filosofía de la Seguridad Democrática está en el corazón del pueblo colombiano, pero la repulsa que se hace contra ella desde los escenarios dichos hace temer, seriamente, por su continuidad. Al reducido núcleo de sus defensores públicos lo intentan acallar, y, lo que es peor aún, están criminalizando a las autoridades que ejecutan la acción antiterrorista, a fin de paralizarlas. Hay quienes patrocinan, incluso, a una organización que se reclama como representante de las víctimas de un Estado dizque dictatorial y tiránico, según concuerdan en caracterizar al colombiano.


Analicen los lectores su discurso: descubrirán que dicha Oenegé, pónganle la firma, terminará reclamando en tribunales internacionales la condena al presidente Uribe y del general Padilla para que paguen una indemnización por el "asesinato" de 'Raúl Reyes'.


La indiferencia o la complicidad estimulan la campaña del terrorismo para deslegitimar al Estado. Un joven de apellido Borja fue, en Cartagena, la punta del iceberg de la acción que se nos viene encima. Un gritón histérico, acusó de antidemócrata -¡qué paradoja!- al presidente Uribe, quien, en cambio, le defendió con paciencia su derecho a hablar. Pero, seguro, ellos no quieren diálogo, no lo resisten. Nos quieren imponer su ley, por las buenas o por las malas. Y si no nos sometemos, para eso aplican la doctrina Sastre, la misma de las Farc.


Estamos ad portas de un recrudecimiento del uso de la fuerza terrorista, ya lo veremos. El insulto ha sido, simplemente, un abrebocas en su método de combinar formas de lucha.

1 comentario:

Unknown dijo...

A jose obdulio gaviria muy pronto tendrá que responder ante los estrados judiciales por los delitos cometidos siendo cuasiservidor público, ya que las chuzadas del DAS al parecer fueron orquestadas por él, todo apunta a que su intervención fue influyente para que el delito se cometiera, el comportamiento mafioso desde el ejecutivo es evidente y las relaciones DAS y narcoparamilitares es evidente.